Infidelidad en la Relación de Pareja

Factores determinantes y psicoterapia.

Por: Dr. Bismarck Pinto Tapia, Ph.D.
Universidad Católica Boliviana “San Pablo”

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.

Ella fue como un agua callada que corría…
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

Perdónala Señor, tú que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.

Su alma era transparente como un vaso vacío:
yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.

Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
turbadora y fragante como la primavera?

¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?

Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar la simiente.

Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa…

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
ella no fue culpable, Señor… ni yo tampoco

La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y me diste los ojos para mirarla a ella.

Sí, nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpa de un río cuando corre hacia el mar.

Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.

Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!

Miguel Ángel Buesa

La infidelidad es la principal fuente del divorcio[1], y uno de los motivos más frecuentes en terapia de pareja[2]. Estas y otras razones obligan a la investigación científica de los factores implicados en este problema.

San Agustín proclamó vuolo ut sis al referirse al amor. Significa: “quiero que seas quien eres”. Cuando me amas me legitimas, es decir me reconoces como un ser existente; cuando te amo te acepto y haré todo lo posible para que salga lo mejor de ti[3]. Solo en el amor es posible ser, tal como lo señala este verso de Ángel Gonzáles: “Yo sé que existo porque tú me imaginas”. Cuando te amo te doy legitimidad, te acepto, te aprehendo y lucho contra la impecable necesidad de cambiarte. Amar es aceptar, no es cambiar al otro.

En ese proceso recíproco de aceptación, la pareja construye un mundo transgresor, como mencionó Alberoni al referirse al enamoramiento: se trata de una comunidad revolucionaria de dos[4]. El amor secuestra las palabras y les da otro sentido, se apiña en sí mismo generando nuevos significados al contexto, en fin, el amor es una experiencia subjetiva de dos, impenetrable para los demás.

En el afán de ser exclusivos el uno para el otro, cada vínculo amoroso se protege a través de un contrato, en el cual se establece la indispensabilidad de la lealtad fundamentada en la confianza. El matrimonio promueve un contrato social como si se tratara de la fundación de una empresa, en uno de los acápites los cónyuges se prometen exclusividad sexual.

La contravención de esa promesa se denomina “adulterio”. Palabra que proviene del latín ad alter thorum, que significa yacer en lecho ajeno. En ese sentido en los procesos de divorcio lo que define su pertinencia es la presencia de evidencias tácitas de relaciones coitales extramaritales[5].

En cambio la infidelidad (derivada del latín infidelis: que no tiene lealtad) hace referencia a la ruptura de la promesa de exclusividad. En ese sentido la infidelidad se define por la atribución que la pareja le da a la deslealtad, la cual no se define precisamente por los hechos, sino por su significado.

Es por eso que la infidelidad es relativa al acuerdo entre los miembros de la pareja. Dicho de otra manera, aquello que es infidelidad para una persona puede no serlo para otra. Resulta curioso que en muchos casos, inclusive dentro de la relación, uno de ellos puede sentirse ofendido por un comportamiento extramarital del otro, y el otro considerar que no fue una afrenta hacia el compromiso. Tal es la situación del esposo machista que considera que tener relaciones sexuales con prostitutas no es un acto infiel.

Otra confusión es la generada por la palabra monogamia, la cual hace referencia al vínculo marital con una sola persona, poligamia a tener varios esposos o esposas; de ahí que monogamia no es lo mismo que fidelidad[6], es más para ser infiel en el matrimonio se necesita estar casado (a) con una persona para establecer vínculos extramatrimoniales.

Es importante subrayar que la infidelidad tiene como eje el engaño, por ello existen diversos tipos de infidelidades: con la madre, con el padre, con el trabajo, con los amigos, etcétera. De ahí, es mejor enunciar “infidelidad venérea” haciendo alusión a Venus, la diosa romana del amor. Visando la relación extraconyugal, es posible hacer referencia a tres tipos fundamentales de lazos: sexual, afectivo y pleno. En la primera, la relación se asienta principalmente en encuentros sexuales sin que se involucre la intimidad afectiva; al contrario, en la segunda el cimiento del lazo es afectivo. Por último la unión plena involucra el sexo y el afecto. Claro está que estas relaciones también sufren un proceso como cualquier otro vínculo, por ello del lazo pasional se puede pasar al íntimo o viceversa. Hoy se presenta otro tipo de infidelidad, aquella que se produce por interacciones virtuales a través de los recursos de la Internet[7].

Siguiendo los estudios de Sternberg sobre el concepto de amor[8], es pertinente señalar la supremacía de la pasión y la intimidad en desmedro del compromiso en las relaciones extraconyugales, por lo que los tipos de amor predominantes son el enamoramiento (solo pasión) y el amor romántico (pasión e intimidad). Es pues un amor ineludiblemente incompleto, la pareja solo podrá consolidarse si la persona engañadora rompe su relación oficial.

Mihanovich identifica que uno de los factores que fortalece la relación desleal es el secreto[9]. La persona engañada ignora la relación extraconyugal de su pareja y seguramente desconoce a la persona con la que está ligada; por su parte quien engaña oculta a su pareja oficial el romance externo que tiene, y la persona del romance clandestino conoce todo: ¡la persona del secreto tiene la información completa!

Sintetizando, la infidelidad venérea hace referencia a cualquier comportamiento que va en contra del contrato de exclusividad amorosa (erótica o sentimental) de la pareja oficial[10].

Existe un fenómeno paradójico en la psicología de la infidelidad, las personas son infieles porque temen perder a su pareja formal[11]. Es por ello que promueven la clandestinidad y prefieren una doble vida a asumir la ruptura. De ahí la frase: “la causa de la infidelidad es el matrimonio”. Los infieles se preocupan por el qué dirán los demás, el efecto del divorcio en los hijos, la destrucción del ideal de familia y el daño a su pareja.

Los predictores de la infidelidad en relación con el estado del matrimonio incluyen insatisfacción con la relación, la falta de compromiso, la atracción a otra persona, la venganza y sentimientos de aburrimiento en la relación[12]. Sin embargo, un estudio reciente señala que se deben diferenciar los predictores de la infidelidad afectiva de la sexual; las motivaciones afectivas se relacionan con la insatisfacción marital, sentimientos de abandono e ira, en tanto que las sexuales tienen que ver con el deseo de mayor variedad de parejas sexuales, mayor frecuencia de actividad sexual y un compañero sexual con quien sean posibles la realización de ciertas fantasías eróticas prohibitivas en el vínculo amoroso oficial[13].

Otro factor que se ha estudiado en relación a la infidelidad es el referido a la personalidad. Siendo la Teoría de los Cinco Grandes (extraversión, inestabilidad emocional, generosidad, apertura a la experiencia y responsabilidad) la más confiable en términos del análisis factorial. Se relacionó con la promiscuidad sexual y la infidelidad en una muestra de 16363 personas (6866 varones y 9497 mujeres) en distintos países de varios continentes, incluyendo a Bolivia. El resultado indica que los niveles bajos de generosidad y apertura a la experiencia poseen una correlación positiva con la infidelidad, mientras que altos niveles de extraversión lo hacen con la promiscuidad sexual[14]. Dos son los condicionantes emocionales que se asocian con la probabilidad de actuar infielmente: la impulsividad y la incapacidad por retrasar el placer[15].

Algunos investigadores consideran que el elemento más importante de la conducta infiel está referido al manejo del impulso sexual, definen que el predictor es la capacidad de asumir el riesgo de un encuentro sexual. Esta hipótesis fue comprobada al encontrar que tanto los varones y mujeres con alto nivel de excitación (arousal) sexual son más proclives de embarcarse en relaciones eróticas fuera de sus relaciones oficiales[16]. La impulsividad está unida al autocontrol, es decir a la capacidad de regulación emocional que permite la inhibición de los impulsos, dicho de otra manera: evitar las tentaciones[17]

Considerando la Teoría de los Trastornos de la Personalidad, uno de los predictores más importantes es el narcisismo[18]. El puntaje alto en la estructura narcisista de mujeres, predice que van a coquetear besar, y salir con otros hombres. Los varones narcisistas se sienten seguros de poder manejar un encuentro sexual de una noche sin involucrarse emocionalmente. A esto se añade que las personas narcisistas casadas plantean que es muy probable que les sean infieles a sus parejas[19].

Los motivantes personales para la infidelidad se vinculan con la búsqueda de realización personal y la expansión del sí mismo. La realización se da como una especie de tener el derecho a ser feliz a pesar del compromiso del matrimonio o noviazgo, la persona actúa como dándose permiso para poner a prueba su libertad. La necesidad de la satisfacción personal se entrelaza con la expansión del sí mismo, promueve la búsqueda de una persona con quien compartir intereses, valores y metas ajenos a la relación con la pareja oficial[20].

Es indispensable comprender que la infidelidad es responsabilidad exclusiva del infiel. Esto quiere decir que no es causada por ningún otro agente externo, por lo tanto no es efecto de la relación con la pareja oficial. Quien engaña lo hace por decisión propia, claro está, con la complicidad del compañero que accede a mantener un enlace subrepticio. Si bien es cierto que la probabilidad de infidelidad es mayor en los matrimonios insatisfechos[21], lo es más la historia afectiva de las personas, por ejemplo, la posibilidad de que alguien con historia de apego inseguro sea infiel a su pareja es mayor que aquellos con apego seguro[22].

Este tipo de aproximación científica al problema permite plantear la tesis según la cual la infidelidad se relaciona con una crisis emocional de la persona infiel que trata de ser resuelta a través de la unión clandestina extraconyugal.

Tres son los factores que precipitan el comportamiento infiel: el estrés[23], la oportunidad[24] y la depresión[25]. La combinación de este trío de antecedentes potencia mucho más que la aparición de uno solo de ellos la búsqueda ciega de una solución al maremágnum sentimental conflictivo. Así como la presencia de un arma incrementa la posibilidad del asesinato del cónyuge, la de uno o más de los factores mencionados lo hace en función a la infidelidad.

Otra teoría acerca de los motivos de la infidelidad es la proveniente de la Psicología Evolutiva, principalmente de las investigaciones etológicas resumidas por Helen Fisher[26]. Según este enfoque, los seres humanos somos una especie condicionada biológicamente para la promiscuidad sexual, fenómeno que ha sido denominado por Simpson y Gangestad (1991) como sociosexualidad irrestricta[27].

Por esta premisa, la pregunta de los investigadores ha dejado de ser ¿por qué somos infieles?, para preguntarnos ¿por qué somos fieles? Se encontró parte de la respuesta en el estudio de los ratoncitos de la pradera[28]. Resulta que estos graciosos roedores establecen relaciones monogámicas y se mantienen unidos a su pareja por toda su corta vida. Los estudios neurobiológicos encontraron una extraordinaria presencia de la hormona oxitocina en sus organismos. Esta hormona está asociada al parto y a la protección de las crías, aunque sorprendentemente en un reciente estudio también lo está con la envidia[29]. De cualquier manera es posible argüir que esta sustancia produce la sensación de paz y consuelo. Esto implica que un romance puede comenzar por una fuerte atracción física, tal como ocurre entre animales en los que la amplia mayoría, después de la cópula abandonan a su pareja sexual. Nosotros en cambio volvemos a ella no solamente para obtener placer sino porque su compañía nos produce la invalorable sensación de bienestar. Ahora bien, este bienestar está asociado con nuestras experiencias de vinculación afectiva infantil, de ahí que toda relación amorosa active nuestro estilo de apego[30].

El apego es un sistema de respuestas que se expresan durante la pérdida[31]. El amor romántico ineludiblemente entraña la continua posibilidad de ruptura, la cual confronta la experiencia de ruptura. Quizás sea la arcaica experiencia de angustia ante la desprotección que conlleve la producción de las sustancias neuroquímicas relacionadas con la tristeza: alteraciones en los niveles de serotonina, dopamina y noradrenalina[32].

He denominado a la experiencia del enamoramiento como estrés del deseo[33], porque durante el proceso de atracción y encaprichamiento nuestro organismo es víctima de la expulsión de sustancias inéditas ante una circunstancia romántica. Por ejemplo segregamos testosterona (hormona relacionada con la violencia) y cortisol (hormona asociada al estrés) entre otras (FHS u hormona foliculoestimulante; LH u hormona luteinizante; estradiol; progesterona; DHEAS u hormona deidroepiandrosterona y androstenediona)[34]. Definitivamente nuestro cuerpo es víctima de alteraciones neuroquímicas formidables durante esta etapa[35].

El enamoramiento clandestino se inicia por lo general como una relación planteada como pasajera, en la búsqueda de una novedad sexual o el involucramiento afectivo de una amistad. Tanto la pasión como la intimidad con el tiempo cederán a la unión romántica ya sea que prime la pasión o la intimidad.

En un estudio realizado por Shackelford y Buss en 1997[36] con 230 universitarios (114 varones y 116 mujeres) participantes que fueron víctimas de infidelidad por parte de su pareja, identificaron catorce factores asociados a las señales que recibieron durante el proceso de infidelidad:

  • Rabia, críticas argumentadas
  • Cambios en la rutina sexual
  • Apatía
  • Incremento de la actividad sexual/ exagerada demanda afectiva
  • Desinterés sexual/expresión de aburrimiento sexual
  • Manifestación de insatisfacción con la relación
  • Rechazo pasivo, desconsideraciones
  • Rechazo a conversar sobre la presencia de otra persona
  • Rechazo a pasar tiempos juntos
  • Incremento de tiempo con la otra persona
  • Culpa y ansiedad
  • Desinterés en resolver los problemas sexuales
  • Sensación de distanciamiento emocional
  • Revelación de la infidelidad sexual

La actividad sexual con la pareja oficial puede incrementarse o decrecer; mientras que los demás factores se asocian con la insatisfacción marital.

Un nuevo abordaje referido a las causas de la infidelidad proviene de la teoría de la inversión desarrollada por Rusbult[37], según la cual el principal factor para la estabilidad matrimonial es el compromiso. La inversión hace referencia a los recursos que la persona aporta durante su relación y que no podrá recuperar si ésta termina. Este modelo define tres áreas de la pareja que se encuentran involucradas para la estabilidad: la satisfacción matrimonial, las relaciones alternativas y la inversión propiamente dicha. La satisfacción hace referencia a la comparación que hacemos entre nuestras expectativas puestas en la relación amorosa y los resultados que hemos obtenido. Las relaciones alternativas condicen con la comparación entre las anteriores relaciones de pareja y la actual relación. La inversión se define principalmente por la imposibilidad de recuperar aquello que se ha invertido[38].

Siguiendo la propuesta teórica de Caryl Rusbult, se ha visto que la posibilidad de infidelidad es mayor en las parejas con bajo nivel de compromiso, el mismo que es resultado de la poca inversión y la insatisfacción con la relación[39].

El incremento de la infidelidad femenina, ameritó el desarrollo de investigaciones sobre las causas para que las mujeres sean infieles, al parecer existen diferencias entre ellas y los varones. Un estudio cubano detectó cuatro causas principales: 1) la búsqueda de placer sexual: debido al abandono de la sumisión sexual por parte de las mujeres, quienes reclaman a sus parejas que les proporcionen goce sexual; 2) para garantizar los hijos de paternidad segura: tiene que ver con la “producción independiente”, esto es, la búsqueda de la maternidad fuera de la relación matrimonial; 3) para garantizar la compañía en los momentos difíciles: relacionada con la carencia de interés y afecto en el lazo amoroso oficial, la mujer procura alguien que pueda escucharla, sostenerla y consolarla; 4) tener alguien a su servicio: alguien que provea comodidades y solvente actividades que no se obtienen en el matrimonio[40].

Las diferencias de los motivos para la infidelidad entre los sexos, señalan que las mujeres lo hacen fundamentalmente porque les falta cariño, se sienten solas e incomprendidas; mientras que los varones se sienten aburridos, confundidos y necesitaban nuevas experiencias[41]. Las diversas investigaciones sobre este problema llegan a la siguiente conclusión: en las mujeres los motivadores afectivos priman sobre los sexuales; mientras que en los varones las motivaciones sexuales lo hacen sobre las afectivas[42].

Los estudios sobre la incidencia de la infidelidad se han basado generalmente en el planteamiento de la siguiente pregunta: ¿alguna vez ha tenido relaciones sexuales con alguien que no sea su marido o esposa mientras estaba casado (a)? En una muestra estadounidense de 1212 personas se halló el 11 % de mujeres y el 21 % de varones con respuesta afirmativa. Greeley (1994)[43] subraya la ausencia de relación entre la infidelidad con el nivel educativo, la religión o la región geográfica.

La infidelidad sexual durante el primer año de matrimonio oscila entre el diez y el quince por ciento. Es factible estimar la infidelidad en un rango entre el 30 y el 60% en los varones casados y entre el 20 y el 50% en el caso de las mujeres[44]. La posibilidad que el vínculo extramarital deje de ser una “aventura” y se consolide como una relación romántica a espaldas de la pareja oficial oscila entre el 75% de los varones y el 60% de las mujeres[45]

Llama la atención que el 65% de las personas infieles no consideran que sus conductas sexuales o afectivas extramaritales sean inmorales[46]. En su estudio encuentra que la infidelidad es más frecuente en culturas machistas, por ejemplo en la Latinoamericana la prevalencia es del 46% en los varones y 8% de las mujeres; mientras que entre los afroamericanos representa el 38% en varones y 18% en mujeres.

Las personas que tienden a ser infieles recurren a estrategias de manipulación fundadas en actitudes de dominancia sobre las personas que les atraen. Es interesante por ello, que las personalidades con características psicopáticas sean las que más éxito logran en la consolidación de un vínculo extramarital[47].

La infidelidad es vivenciada como una traición[48], por lo que además de la pérdida ambigua, la persona víctima del engaño afronta la desilusión. Esta mezcla de nostalgia, esperanza, desilusión, rabia y tristeza conllevan estados de depresión[49] y ansiedad, que pueden resultar en estrés postraumático[50][51].

El trastorno por estrés postraumático hace referencia a la presencia de cuatro síntomas: reminiscencias del hecho traumático que perjudica la actividad diaria; evasión de situaciones que se asocian con el evento; sobre excitación, la persona tiene dificultades para conciliar el sueño, se encuentra irritable la mayor parte del tiempo y se sobresalta fácilmente; pensamientos y estados de ánimo negativos, se siente culpable, tiene vacíos en los recuerdos del hecho en cuestión, se deprime[52].

La disolución de una relación amorosa puede equipararse a una experiencia traumática, se vivencia como un hecho devastador y traumático, es una pérdida ambigua[53]. Al mismo tiempo se experimentan elevados niveles de tensión capaces de ocasionar una miocardiopatía conocida como “síndrome de corazón roto” o síndrome de Takotsubo[54].

El proceso posterior al descubrimiento de la deslealtad de la pareja genera incertidumbre ante la imposibilidad de conocer a ciencia cierta lo que ocurrió y lo que podría suceder. La sensación de pérdida combinada con la esperanza y la desilusión sumerge a la persona en un estado de profunda melancolía y desesperación.

Ese estado de incertidumbre es llamado confusional[55]. Es probable que la depresión se agudice después de un mes de la separación, el diagnóstico psiquiátrico es ¨depresión asociada a evento de divorcio¨[56].

Si bien surgió una polémica entre los investigadores referida a si la depresión es causa o consecuencia del divorcio[57], lo más probable es que la disquisición surja porque durante el proceso de la separación se suele desplegar un duelo anticipado[58]. Si la decisión de la ruptura atañe a la infidelidad, la intensidad y duración de la depresión se prolonga[59]. Por ello el diagnóstico puede resultar incierto para los especialistas en salud mental sin conocimientos sobre la complejidad emocional que se instaura en las personas víctimas de la infidelidad venérea[60]. Durante la depresión consecuente con la infidelidad se presenta anhedonia[61], además de síntomas de ansiedad inespecíficos e irritabilidad[62]. Otra área que suele verse afectada es la sexual, puede presentarse disminución del deseo o cualquier trastorno de la respuesta sexual[63] En la Figura #1 sintetizo los efectos de la infidelidad en la persona engañada.

FIGURA #1 Efectos de la infidelidad en la persona engañada

Dirigiendo la mirada hacia el tercero incluido en la relación, existen investigaciones que señalan la presencia de ciertas características, como por ejemplo, se trata de una persona más sensual que el promedio, políticamente liberal, con la mente abierta para ser capaz de aceptar una relación con una persona casada[64].

Algunos estudios referidos a los trastornos de personalidad, hacen alusión a que las mujeres con estructura limítrofe, histérica y dependiente son las que tienen más posibilidades de establecer relaciones amorosas con personas casadas[65]. En general las personas con tendencias antisociales y psicopáticas no miden las consecuencias morales de sus acciones, por lo que fácilmente establecen relaciones con personas comprometidas en vínculos amorosos oficiales[66].

Es interesante que las personas con mayor probabilidad de aceptar una relación clandestina con alguien casado, respondan a la presencia de estilos de apego inseguro, principalmente ansioso y evitacional[67]. Esas formas de apego se asocian al miedo de ser abandonadas en el primer caso, y la perenne necesidad de sentirse protegidas, en el segundo.

Si bien la mayoría de las investigaciones se han ocupado de los efectos de la infidelidad en la persona engañada, también la persona infiel sufre sus consecuencias. Ante la paradoja en la que se encuentra: proteger a su pareja oficial y proteger a la persona con quien mantiene la relación clandestina; se ve obligado a construir mentiras para un lado y al otro, llevando a cabo acciones que generan una doble vida. Esta singular posición además de producir elevados niveles de estrés ocasional culpa, vergüenza y estados depresivos[68].

Dos factores están asociados con la depresión: el afrontamiento y el conflicto. La persona infiel se debate con su secreto, exponerlo a su pareja oficial le obligaría a afrontar su comportamiento y a tener que involucrarse inevitablemente en un conflicto relacional[69].

La situación amorosa clandestina por lo tanto ocasiona altos niveles de estrés y depresión en la persona infiel. Estos estados emocionales fortalecen el lazo amoroso con la persona intrusa.

Sintetizando, el proceso de infidelidad tiene su inicio en una crisis personal de la persona que será infiel, esa crisis tiene que ver con la sensación de estar incompleto emocionalmente, la misma se puede precipitar por una pérdida o activarse al alcanzar logros sin que signifiquen plena realización. La infidelidad se hace más factible si la persona se siente insatisfecha e hizo poca inversión en su relación amorosa oficial. Finalmente, si se produce estrés, se da la oportunidad y se está pasando por una etapa de pérdida el riesgo es alto. En la Figura 2 se resume lo expresado.

Locus de control deficiente

Figura #2 La infidelidad y sus relaciones multicausales.

Otro aspecto interesante en las investigaciones, hace referencia a las excusas que expresan las personas que fueron infieles. En ese sentido, las más frecuentes en la infidelidad sexual son: curiosidad, diversión sexual e incapacidad de controlar la tentación. Por su parte, la infidelidad afectiva es justificada porque se encontró alguien con quien compartir intereses intelectuales, sentirse comprendido, fue una amistad íntima o se sentía valorada la autoestima[70].

La relación infiel genera altos niveles de estrés los cuales promocionan la protección entre amantes, generando con mucha frecuencia que el encuentro sexual casual se vaya paulatinamente transformando en romance. El enganche se fortalece en la medida en que uno o ambos protagonistas conlleven carencias emocionales que se vean satisfechas en la unión amorosa. Es por esta razón que las posibilidades de colusión se intensifican en los amores clandestinos[71].

La experiencia de la colusión se establece como una forma de intenso sufrimiento[72], los amantes no pueden estar juntos ni separados. Tratan de romper la unión pero se les hace imposible porque se sienten incompletos, cada uno espera que el otro satisfaga sus carencias afectivas infantiles. Tampoco pueden estar juntos porque se dañan debido a las exigencias irracionales que se hacen. La colusión se estabiliza porque la pareja logra involucrar a un tercero, convirtiéndolo en la distracción del vínculo enfermizo; esa persona puede ser la pareja oficial o algún hijo.

Si bien la infidelidad es una de las causas más frecuentes del divorcio porque es muy difícil para el matrimonio afrontar las consecuencias y perdonar lo sucedido[73]; existen investigaciones que muestran que en algunos casos, la experiencia de infidelidad resulta en el fortalecimiento del matrimonio. La asertividad de la pareja para afrontar el problema racionalmente, la alta valoración de la familia, saber cuidarse tiernamente el uno al otro y tener buena comunicación, son los factores que se vinculan a la posibilidad de mejorar las condiciones del matrimonio[74].

La posibilidad de afrontar la adversidad tiene que ver con la capacidad de perdón que los miembros de la pareja posean para asumir lo acontecido y encontrar alternativas de solución al estado en el cual se encuentra el vínculo amoroso. El perdón comprende el abandono de los sentimientos negativos hacia el ofensor, la restauración completa y el fomento al crecimiento de la relación[75]. Se trata de continuar una relación a pesar de la ofensa y la transgresión al contrato conyugal[76].

Las mujeres tienden más que los varones a perdonar la infidelidad. Para las mujeres es más fácil perdonar la infidelidad sexual que la romántica, pasa al contrario con los varones[77]. El perdón es un proceso relacional altamente complejo, no implica olvidar, es aceptar al otro con la ofensa que nos hizo y seguir viviendo. La decisión requiere de la participación de los dos miembros de la pareja, ofensor y ofendido, el primero plantea su deseo de perdonar y el segundo puede o no rechazar. Otro aspecto que hace complejo al perdón es su singularidad, habrán personas capaces de perdonar ciertas circunstancias y otras que no. El atributo del hecho depende de la historia de cada quien y de la relación[78].

Como he mostrado, la experiencia de la infidelidad es traumática para los tres implicados. En psicoterapia puede presentarse cada uno de los tres protagonistas debido a los estados emocionales alterados, como también puede ocurrir la búsqueda de terapia de pareja después de la vivencia traumática por parte de la pareja oficial[79], menos común es la demanda de la pareja infiel.

La terapia de pareja actualmente incluye la teoría general de sistemas como la base fundamental de su abordaje, además de los fundamentos de la cibernética y la teoría del desarrollo familiar[80]. Desde esta perspectiva, es posible definir dos tipos de abordaje terapéutico: el dirigido al matrimonio y el referido a la relación amorosa. En el primero se trabaja fundamentalmente con la revisión del contrato matrimonial[81], en el segundo con las etapas del desarrollo amoroso y su estancamiento.

La terapia de pareja enfoca el vínculo amoroso y sus problemas, no se trata de una terapia individual con un “testigo”, sino una especie de trabajo en equipo entre los miembros de la pareja y el o la terapeuta para resolver los problemas de la relación. Es terapia con el tercero construido por los cónyuges. Se preocupa por la manera de interacción entre sus componentes, si se fundamenta en reciprocidades positivas o negativas[82]. El enfoque sistémico permite además de comprender la relación entre los miembros de la pareja, relacionarla con las interacciones llevadas a cabo con otros sistemas, tales como: los hijos, los padres, la familia extensa, los amigos y amigas, el trabajo y la escuela[83]. Por su parte, la focusing therapy, pone énfasis en el enfoque de las emociones emergentes en la relación conyugal[84].

El desarrollo de la teoría “fenómeno Miguel Ángel”, promueve la idea de que las relaciones funcionales se fundan en sacar lo mejor del otro. Es decir, que una vinculación romántica promueve en sus componentes la manifestación de aquellos aspectos que cada quien considera positivos en sí mismo, de tal manera que el otro se afana por alentarlos y reforzarlos. La terapia de pareja, entonces debe centrarse en remarcar los rasgos positivos de cada uno de los cónyuges y estimular a que sean capaces de vislumbrar aquello que es bueno en desmedro de los defectos[85].

El proceso terapéutico integrado se realiza en etapas[86]:

Primera etapa: manejo del impacto de la infidelidad

Después de la evaluación psicológica de cada uno de los miembros de la pareja para descartar algún trastorno mental, se debe considerar la presencia o no de una colusión. Eliminados los dos factores mencionados, se procede con las siguientes consideraciones: el atributo que cada miembro de la pareja le da al evento; detectar los problemas de la relación concomitantes a la traición. Luego se deben plantear las metas del tratamiento. La pareja debe entender que se trata del tratamiento de la relación y que la terapia es un trabajo de equipo.

Si se evidencian síntomas depresivos y/o estrés post traumático, es indispensable en primer lugar trabajar sobre esos estados antes de embarcarse en la reparación del daño conyugal. Se debe incentivar el desarrollo de conductas de protección y cuidado mutuos, a la vez que se explora el impacto de la infidelidad en la vida personal, social y familiar de cada cónyuge. Es imprescindible el afrontamiento del trauma, el mismo que se debe hacer por trozos, discriminando las emociones y revisando los pensamientos distorsionados[87].

En esta etapa se suelen presentar los siguientes problemas: actitudes defensivas, disminución del afecto y crisis emocionales.

La cerrazón defensiva se quebranta a través del desarrollo de una fuerte alianza individual con el terapeuta, la persona debe estar segura de contar con su apoyo y el terapeuta debe comprender el estado emocional de la persona, ser empático en vez de confrontador.

La disminución afectiva en el vínculo amoroso es producto del daño a la relación, la víctima se siente ofendida y la persona infiel arrepentida y avergonzada. El terapeuta o la terapeuta deberán ser pacientes, evitar forzar la expresión amorosa en la pareja, tampoco debe crear ilusiones románticas.

La reconciliación implica mucho más que momentos bonitos, requiere reparación en distintos niveles además del afectivo. Es probable la expresión de crisis en cada uno de los componentes de la pareja, serán más intensas en parejas sin grandes conflictos interpersonales. La terapia debe estimular el consuelo entre los miembros de la pareja, tomando en cuenta que solo será posible si existe empatía en uno y en otro.

Segunda etapa: búsqueda de significados

En esta fase se desarrolla la exploración de los factores personales y conyugales relacionados con la infidelidad. No se trata de buscar culpables, sino de discriminar las responsabilidades personales que llevaron a la persona a actuar infielmente.

Se debe recordar que la infidelidad es una afrenta en contra del vínculo amoroso por lo cual se enfrentan emociones intensas y negativas (odio, desconfianza, desesperanza) modificándose la manera del lazo afectivo o attachment[88].

El trabajo en esta etapa se dirige a la construcción de una nueva narración de la experiencia traumática[89], para tal fin el enfoque centrado en la solución promueve el reforzamiento de las potencialidades intactas de la pareja[90] y la visión sistémica permite definir los efectos en los subsistemas (familia de origen, amigos, hijos, trabajo), de tal manera que se puede neutralizar los impactos negativos y fomentar los positivos de los mismos[91].

La terapia cognitiva comportamental ayuda en el afrontamiento del trauma y en la restructuración de los problemas de la relación de pareja[92]. El logro de esta etapa se da en la medida que los miembros de la pareja comprenden los motivos de la infidelidad y son capaces de asumir el afrontamiento del trauma como equipo.

Siguiendo a Gordon y cols. (2008[93]), durante el proceso de este estadio, es posible encontrar los siguientes problemas: resistencia a la exploración del contexto de la infidelidad, falta de empatía, renuencia a reconocer el progreso de la terapia. Revisar la experiencia es una experiencia altamente dolorosa, las personas tienen la tendencia a evitar su recuerdo y más aún a confrontarlo en presencia de su pareja.

El terapeuta o la terapeuta deben ser capaces de comprender las dificultades naturales que subyacen a la confrontación, medir la presión para hacerlo en función a la importancia del evento y al dolor que puede causarles, a pesar de todo será imprescindible afrontar tarde o temprano los temas asociados al engaño.

Generalmente la ausencia de empatía se relaciona con el grado de deterioro de la relación amorosa, a mayor disfuncionalidad menor empatía. El trabajo terapéutico puede desbaratarse si no se realiza en un clima de confianza y empatía. Si es así, lo mejor es tener sesiones individuales para definir las expectativas personales hacia la relación, si el sentido es la ruptura, es inadecuada la terapia de pareja.

Finalmente, la necesidad de venganza subyacente al odio en la persona engañada y cuando la infidelidad se junta con el deseo de boicot de la relación, los pequeños logros terapéuticos no son comprendidos como tales porque es muy probable que no haya motivación para mejorar el vínculo amoroso; en ese caso, se debe proceder con sesiones individuales para esclarecer las intenciones de cada uno de los miembros de la pareja.

Tercera etapa: seguir adelante

En el último estadio de la pareja interesa definir el futuro de la relación conyugal. En una primera instancia se debe evaluar cómo la experiencia afectó positiva y negativamente a la relación amorosa y al matrimonio (si fuera el caso). Luego se deben definir los aspectos de la relación que ameritan mejora y que se debe fortalecer para evitar en el futuro nuevos engaños. Es así que la terapia deja de focalizarse en el pasado para centrarse en el presente y futuro (Gordon y cols, 2008)[94].

Es necesario tomar en cuenta que la experiencia traumática influye indefectiblemente en la construcción de la identidad[95], de ahí que los miembros de la pareja deben descubrirse nuevamente ante el otro, con el afán de revisar la posibilidad de volverse o no a enamorar. Cumplidos estos requisitos, la terapia se dirigirá al perdón[96]. Para que se produzca el perdón son indispensables la empatía, la humildad, el compromiso y la esperanza. Comprender el dolor, la vergüenza y el arrepentimiento son tareas fundamentales en este complejo proceso interpersonal, en este sentido, la terapia focalizada en las emociones (focused therapy)[97].

Se trabaja desde la hipótesis, según la cual la infidelidad impacta negativamente en el estilo de apego de las personas involucradas en el evento, por lo tanto urge su reparación. Mientras no se comprenda el efecto en el lazo afectivo y su ruptura, es imposible la reparación. De ahí que el terapeuta o la terapeuta deben incidir en activar los sistemas de congoja-consuelo en la terapia de la pareja, ello requiere la revisión histórica de las formas de afrontamiento de las pérdidas y abandonos sufridos desde la infancia y su relación con la experiencia de infidelidad actual. Ambos cónyuges deberán colocarse en el lugar del otro[98], comprender que la traición activó las experiencias infantiles de pérdida y encontrar las maneras para aliviar el dolor infantil revivido.

La soberbia se constituye en el principal enemigo del perdón, en las parejas desavenidas suele ser el principal protagonista de la relación. Es fácil reconocer su presencia, se manifiesta en la absurda lucha de poder, expresada en la necesidad de tener la razón. En términos operativos, se trata de la expresión irracional de justificaciones y racionalizaciones para culpar al otro. La confrontación racional de esas afirmaciones suelen ser suficientes para echar por tierra a la altanería, jamás se debe olvidar que el único responsable por la traición es el traidor y que las contingencias no fueron las causas sino simplemente el contexto, influyó sí pero no determinó la decisión de la infidelidad. Cada miembro de la pareja debe decir claramente cuáles fueron sus responsabilidades durante la historia del trauma para que puedan ser analizadas serenamente antes de asumir el perdonar y el ser perdonado.

La pareja para reiniciar su historia necesita una buena dosis de esperanza, ésta se funda en el renacimiento de la confianza y la renovación del compromiso. El trabajo terapéutico pondrá énfasis en la renovación del contrato matrimonial y visará de manera realista las normas dirigidas a la exclusividad sexual y afectiva.

Para continuar juntos, cada miembro de la pareja debe responder a las siguientes preguntas mostradas en la Tabla#1

Tabla #1 Revisando la relación de pareja con perspectiva futura (Gordon y cols, 2008, p. 449)

¿Cuáles son las razones para ser pareja?

¿Qué nos atrajo inicialmente el uno del otro?

¿Por qué decidimos casarnos o mantener una relación de pareja duradera?

¿Cómo crezco como persona en esta relación?

¿Cómo mi pareja me ayuda a crecer como persona?

¿Cómo hemos sacado lo mejor y lo peor el uno del otro?

¿Cómo nuestra el desarrollo de nuestra relación nos ha permitido adaptarnos a los cambios o dificultades que hemos enfrentado individualmente?

¿Qué hemos hecho para ser mejor pareja?

¿Qué logros hemos conseguido como pareja?

¿Qué perdería si terminamos nuestra relación ahora?

¿Qué retos tenemos que enfrentar en el futuro?

¿Cuáles fueron las más grandes dificultades que tuvimos que enfrentar juntos en el pasado?

¿Cómo nos las arreglamos para resolver esas dificultades?

¿De qué manera los desafíos vividos nos convirtieron en una pareja más fuerte?

¿De qué modo esas experiencias nos hirieron, decepcionaron y nos hicieron más vulnerables?

¿Cómo nos hemos conectado con el pasado a pesar de las heridas recibidas?

¿Cómo se impactó la crisis en la relación de pareja?

¿Ha dicho la verdad a su pareja acerca de este evento?

¿La infidelidad ocurrió cuando su relación estaba vulnerable?

¿ El matrimonio estaba peor o mejor antes de la infidelidad?

Los problemas que se presentan en la última etapa son: resistencia ante la idea del perdón, dificultades con la reconstrucción de la confianza, resistencia ante la posibilidad de la ruptura de la relación.

No todas las personas están predispuestas a perdonar o a ser perdonadas, por lo que puede suceder que a pesar de un buen proceso terapéutico sea imposible el perdón. El terapeuta o la terapeuta deben tener la capacidad de aceptar esta decisión, considerando que el éxito de la terapia no necesariamente se relaciona con la reconciliación.

El retorno de la confianza se funda como el elemento esencial para la reconstrucción de la relación. Tanto la pasión como la intimidad se ven afectadas después de la infidelidad, ambas se unen intrínsecamente por los niveles de confianza[99]. Es posible que en algunas parejas la restitución de la fe en el otro sea muy difícil. La terapia debe dirigirse a mejorar el sistema comunicacional, favorecer la posibilidad de dialogar sobre sus problemas y dilemas emocionales, siendo imprescindible la capacidad de escuchar activamente sin censurar ni criticar[100].

Por último, a pesar de un buen proceso terapéutico, es posible que no se pueda restaurar la relación y se deba trabajar en la concreción de un divorcio. Algunas personas preferirán procrastinar dicha alternativa, produciendo una especie de empantanamiento en la psicoterapia. Se hace necesaria la discusión acerca de la posibilidad del divorcio o separación de manera racional, evaluando los avances que se lograron durante el proceso terapéutico y analizando las alternativas que puedan beneficiar a las personas protagonistas del embrollo[101].

Estudio de caso

Lucía (38) y Néstor (42)[102] están casados hace diez años, la esposa administra una pequeña empresa y el esposo desde hace aproximadamente un año trabaja en un alto cargo ejecutivo en la institución en la cual fue auditor durante más de una década. Tienen dos hijos, Marco (8) y Fabiana (5).

Figura #1 Genograma de la familia de Néstor y Lucía

En la figura que antecede a este párrafo muestro el genograma de los esposos de este caso. Néstor proviene de una familia de tres hijos, la mayor es Patricia quien vive sola desde los dieciocho años en la ciudad de Cochabamba; el hermano menor, Felipe tiene problemas con el alcohol, Néstor es el hermano del medio. Cuando era niño muere su padre en un accidente automovilístico, poco tiempo después de separarse de su esposa debido a un romance con otra mujer. Néstor relató con mucho dolor la pérdida de su padre, enfatizando que su madre quedó desconsolada, descuidando la crianza de sus hijos. Es en esa etapa cuando tiene que hacerse cargo del cuidado de su hermanito, tres años menor que él. Al cumplir los catorce debe afrontar el cáncer agresivo de su madre, Patricia ya no vivía con ellos pues decidió ingresar a un convento. La madre muere, quedando los niños al cuidado de la abuela materna, quien prácticamente les dio lo necesario para sobrevivir. Entre los quince y dieciocho años Néstor ingresa a una pandilla, aprende a robar y consume alcohol. Expresa que durante ese tiempo tuvo varias experiencias sexuales con distintas chicas, aunque nunca estableció una relación duradera.

Por su parte, Lucía pertenece a una familia con dos hijos, ella es la mayor y tiene un hermano dos años menor que ella. Sus padres se separan inesperadamente, puesto que ella tenía una percepción armoniosa del matrimonio de ellos; a pesar de tener un padre frío emocionalmente y distante. Este evento ocurre durante su adolescencia. Es el hermano menor quien le informa de la infidelidad de su padre, la madre queda azorada por la situación, aunque acelera el proceso de divorcio. Poco tiempo después, su madre inicia una relación amorosa con un amigo de la oficina, durante ese idilio fallece el padre debido a una negligencia médica. Su madre rompe la relación que había iniciado, Lucía piensa que se debió a que su madre estableció el romance para vengarse de su esposo.

A los veinte años Néstor conoce una muchacha cinco años mayor que él, enamorándose apasionadamente de ella. Según su relato, fue gracias a ella que abandonó el alcohol y la vida desordenada que tenía. Ingresa a la Universidad, estudia auditoría, ingresa a un partido político de izquierda radical, llega a ser dirigente universitario y como él se define un “rebelde sin causa”. Su enamorada es cómplice de sus aventuras políticas, empiezan a vivir juntos. La relación dura cuatro años, hasta que él se titula y empieza a trabajar.

Lucía tuvo una vida más tranquila que la de su esposo. Recuerda tres relaciones amorosas importantes, la última, cuando tenía veintitrés años fue tormentosa, porque se involucró con un muchacho extremadamente celoso y violento. Le fue muy difícil romper con él porque tenía miedo a su personalidad agresiva, sobre todo cuando estaba embriagado por el alcohol. Después de cuatro años se rompe la relación debido a que él decidió comenzar un nuevo lazo amoroso con otra persona.

La historia de amor de esta pareja se inicia cuando le toca a Néstor realizar la auditoría de la empresa de Lucía. Detecta varios problemas en el manejo de los impuestos. Lucía siente una gran repulsión por el que será su esposo, lo percibe feo y rígido. Al contrario él desde que la ve por primera vez se siente cautivado por su belleza e inteligencia. Después del tiempo que llevó la fiscalización, una tarde de negociaciones, Néstor se animó a invitarla para un almuerzo. Ella aceptó considerando que era una oportunidad para persuadirlo de sus intenciones de censura. Quedó sorprendida al encontrarse con un hombre enamorado; por supuesto que rechazó sus pretensiones amorosas. A pesar de la resistencia ofrecida por ella, Néstor persistió, aunque le era difícil equilibrar su función y sus sentimientos. Al final, Lucía debió pagar las multas al Fisco. Pasaron algunos meses, hasta que nuevamente él envistió con sus demandas románticas. Lucía no entiende muy bien por qué lo aceptó al inicio, pero así lo hizo.

Con el tiempo ella fue sintiendo gran admiración por su novio, algo que la deslumbró fue la sinceridad que expresó desde el inicio. La relación se tiñó de mucha pasión, al año decidieron vivir juntos, y luego de un año de convivencia, decidieron casarse.

Fue un matrimonio muy feliz, nació Marco y con él Néstor mostró sus grandes cualidades de padre, las mismas que entusiasmaron mucho a Lucía, porque su esposo no repetía el modelo de papá que tuvo. Tres años después nace Fabiana, otorgando mayor alegría a la familia. Ambos fueron exitosos en sus trabajos, tenían más que suficiente para vivir holgadamente. Sin embargo, Lucía sentía que tenía algo pendiente en su vida: acabar sus estudios universitarios. Por su parte, Néstor había dejado pendiente su espíritu revolucionario y anhelaba retomar sus lides políticas.

El 2013 Lucía retoma sus estudios de Administración de Empresas, a la par que Néstor ingresa a un partido político y es nombrado en un cargo gerencial en su empresa. La familia sufrió varios cambios que obligaron a una restructuración de funciones. Se intensificaron los problemas con la familia de Lucía, para el esposo su suegra era muy invasiva y por parte de Lucía estaba harta de los problemas del cuñado alcohólico que obligaban a Néstor a estar constantemente pendiente de él.

Si bien, mejoró notablemente la situación económica de la familia, disminuyó el tiempo que Néstor dedicaba a sus pequeños, y claro, mucho más el destinado a su esposa.

La primera campaña política en la que participó Néstor le ocasionó altos niveles de estrés, sumados al incremento de su responsabilidad laboral. La situación empeoró cuando muere uno de sus mejores amigos en una situación misteriosa, no quedó claro si se suicidó o lo mataron.

Para Lucía tampoco fueron los mejores tiempos de su vida, al retomar sus estudios tuvo que descuidar el trabajo. En su intento por equilibrar las cosas, delegó algunas responsabilidades de la empresa a su hermano, quien resultó irresponsable, ocasionando una debacle que por poco lleva a la quiebra el negocio. Lucía enfrentó también altos niveles de estrés laboral. Junto a ello debió tomar más tiempo con sus hijos y con las cosas de la casa, puesto que Néstor dejó de estar presente.

Disminuyó notablemente la vida sexual de la pareja, además el vínculo se convirtió en un depósito de las frustraciones de ambos. Dejaron de dialogar como antes. Entonces ocurrió la devastación para Néstor: le diagnosticaron diabetes de tipo 2.

Como consecuencia, notó cambios en su deseo sexual. Tuvo que iniciar una dieta, siendo una persona hedónica, le era difícil asumirla. Todo ello derivó en mal humor, angustia y miedo a la muerte. En vez de acercarse a su esposa para buscar consuelo, hizo lo contrario, se fue alejando de ella.

En una reunión de su partido conoció a Susana, una mujer de treinta años, divorciada, sin hijos. Con ella desarrolló una amistad centrada en los afanes políticos. Se relacionaban a través del chat del Facebook, en sus conversaciones poco a poco se fue notando mayor intimidad. Al principio, Néstor le contaba a su esposa las actividades que llevaba a cabo con Susana; Lucía no se imaginaba que se estaba formando un lazo amoroso entre ellos, además consideraba algo bueno, porque desde que él tenía esa amistad, había disminuido su mal humor.

ESTRÉS

Figura #4: Cambios en la vida de Néstor y Lucía

El 2014 la actividad política de Néstor se incrementó, era adulado por sus camaradas e impulsado a tener mayores responsabilidades por los dirigentes. Los afanes por conciliar el trabajo, la casa y los estudios influyeron en la forma de ser de Lucía, se tornó más irritable y menos interesada en los asuntos de su esposo. Él a su vez fue priorizando su realización como político y dedicándole mucho tiempo a su nuevo trabajo, actividades que de alguna forma aminoraban la preocupación por su enfermedad.

Como consecuencia de los cambios en la relación conyugal y familiar, Marquito manifestó problemas en su rendimiento escolar, lo que ocasionó disputas en el ámbito parental; Lucía achacaba a Néstor su falta de apoyo con el niño y viceversa.

Una de las actividades políticas fue un trabajo intensivo durante un fin de semana, llevado a cabo en un hotel del altiplano. Durante la noche, Néstor y Susana se quedaron solos conversando hasta la madrugada. “Una cosa llevó a la otra”, señaló Néstor en la primera sesión terapéutica de pareja; terminaron teniendo relaciones coitales y durmiendo juntos. Se había iniciado el romance clandestino.

Al retornar a la ciudad, los amantes hablaron sobre lo acontecido, decidiendo poner punto final a la relación romántica, mientras harían lo posible por mantener la relación amistosa. Para Lucía fue curioso que al retorno del viaje, su esposo se mostrase interesado sexualmente en ella, puesto que hacía varios meses no tenían relaciones coitales. Sin embargo, Néstor tenía problemas de erección con su esposa, cosa que nunca antes ocurrió, ambos consideraron que era consecuencia de la diabetes.

Con Susana volvió a ocurrir un encuentro sexual, aunque Néstor evitó el coito preocupado con la posibilidad de no tener erección. Desde ese momento el nexo retomó el cariz de intimidad amistosa, aunque se mantenían los mensajes sensibleros entre ellos. Es durante esa etapa que Lucía descubre un mensaje de Susana en el WhatsApp de su esposo. Lo confronta de tal manera que Néstor confiesa su infidelidad. Lucía le pidió que se vaya de la casa, a lo cual él accedió retirándose en un hotel.

A los pocos días, Lucía lo llamó, pidiéndole que retorne porque lo extrañaba, pero que tenían que hablar. Antes, Néstor conversó con Susana, explicándole la situación en la que se encontraba, y le pidió que ya no se encontrasen; además consideró renunciar a su actividad política para no tener nada más con ella.

En las conversaciones entre esposos, Lucía le exigió una explicación. Néstor afirmó una y otra vez que fue una relación fugaz, nunca estuvo enamorado, aunque sí tuvo un vínculo de gran intimidad con Susana. Las cosas no mejoraron, Lucía estaba agresiva y Néstor se encerró en sí mismo. Las cosas llegaron a su límite cuando Néstor empezó a tener ideas suicidas. Es ahí que Lucía propuso recurrir a mi consulta.

El objetivo terapéutico fue definido como la concreción de la reconciliación y la retoma del matrimonio. Durante las tres primeras sesiones se analizó los motivos de la infidelidad, estableciendo claramente que la decisión y por ende la responsabilidad de la misma recaía exclusivamente en Néstor. Esbozo en la Figura # 5 la síntesis de las motivaciones personales de Néstor.

Figura #5 Factores asociados a la infidelidad por parte de Néstor

Según la perspectiva de la pareja, los cambios en la vida de ambos fueron determinantes para la formación de un contexto idóneo para que ingrese una tercera persona. Todo comenzó con el ascenso en el trabajo y la inserción en la vida política por parte de Néstor; coincidente con los estudios universitarios de Lucía. Fue renovar la vida, “lograr lo que siempre quise”, a la vez que se sentía solo, porque su esposa estaba más afanada con sus propios cambios que con los de él. Susana se presentó como la persona que necesitaba, alguien que le escuchase y acompañase en las nuevas lides de su vida. Lo que ocurría se vio acentuado con la diabetes y la muerte de su amigo. Así se expresó en la terapia:

Néstor: Me arrepiento…no debí hacerlo, me doy cuenta que estuve a punto de perder lo mejor de mi vida…

Terapeuta: ¿Es decir?

Néstor: Mi familia…mis hijos y mi esposa (llora amargamente)

Lucía: Lo comprendo…fuiste estúpido… aunque sigo sin entender…(le entrega un pañuelo de papel)

Terapeuta: ¿De dónde viene tanta tristeza?

Néstor: Tengo miedo…no sé…

Terapeuta: Date un tiempo para sentir ese miedo…

Néstor: (después de unos minutos en silencio)…es la muerte…

Terapeuta: ¿Cuáles fueron tus experiencias con la muerte?

Néstor: Ya le dije…la muerte de mi padre…y la de mi madre…

Terapeuta: Eras niño…seguramente fue muy difícil para ti…

Néstor: Muy difícil…aún siento que me persigue ese dolor…

Terapeuta: ¿Pasó algo que lo revivió?

Néstor: Puede ser la muerte de Gustavo (su amigo)…

Lucía: Sí estoy de acuerdo, noté que te derrumbabas…no sabía cómo apoyarte, te apartaste… Pero creo que la diabetes acabó por derrumbarte…

Terapeuta: (A Néstor) ¿Lo ves así?

Néstor: Tengo miedo a morir.

Terapeuta: Entonces…quisiste sentirte vivo…

Néstor: Creo que sí…es que de joven fui un tiro al aire…

Terapeuta: ¿Nostalgias del aire?

Néstor: (Sonríe)…sí…me sentía asfixiado, Lucía con sus exigencias, el trabajo, los chicos…los problemas en el partido…todo junto…

Terapeuta: Tu amante vino con un botellón de oxígeno para resucitar al muerto…

Lucía: ¿Por qué no me lo pediste a mí?

Néstor: Te veía tan ocupada en tus cosas…y tan indiferente…

Terapeuta: (a Lucía) Si él hubiera recurrido a ti, ¿qué hubieras hecho?

Lucía: No sé…tal vez le hubiera recordado las veces que fue capaz de salir de situaciones más difíciles…aunque yo lo veía triste…no entendía si ahora tiene todo lo que soñó…me parecía cansado…triste…no está claro…

Néstor: Tienes razón, estaba triste y contento, no sé explicarme…

Terapeuta: Triste por el miedo a la muerte…contento por tus logros… ¿Era así?

Néstor: Como dice Lucía, estaba cansado, tan cansado que no me daba tiempo para sentir mi pena.

Terapeuta: En la mitología Griega se cuenta que un dios llamado Sísifo secuestró a la muerte. Como castigo Zeus le obligó a cargar una roca hasta la cúspide de una montaña. Fue terrible para Sísifo porque su castigo nunca acaba: al llegar a la cima, la roca rueda hacia la base de la montaña…llega a la cumbre y cae, llega y cae…

Néstor: (silencio prolongado) ( llora) Eso que cuentas me ha pasado…pensé que iba a ser feliz con lo que hacía…luego me dicen que tengo diabetes, mi amigo muere, mi esposa se aleja…

Terapeuta: ¿La roca rueda hacia la tierra?

Néstor: Nada tenía sentido…

Terapeuta: Te deprimiste…

Néstor: Sí. Fue como volver a cómo me sentía antes de conocer a Lucía…

Terapeuta: ¿Vacío?

Néstor: ¡Exacto! Me sentía vacío…

Terapeuta: ¿Ahora?

Néstor: (Silencio prolongado) Me siento así…

Terapeuta: ¿Quisieras morir?

Néstor: (Se agacha, hunde su rostro en las manos y llora)

Lucía: (Se aproxima a su esposo y lo abraza)

Este trozo de uno de los incidentes críticos más importantes de la terapia muestra el estado melancólico de Néstor, el mismo que fue solapado por sus conductas desordenadas en la juventud y la búsqueda urgente de protección en su esposa. Pareciera que ante la distancia amorosa con ella, la insatisfacción personal a pesar de los logros y la manifestación de la diabetes, se removieron las bases de un estilo de apego inseguro que derivó en la unión con Susana.

Cabe resaltar la actitud positiva de Lucía ante el dolor de su esposo. Gracias a la empatía demostrada hacia la congoja, Néstor fue asumiendo su tristeza, comprendiendo ambos el error que el esposo cometió como respuesta estúpida a un estado de desazón y soledad.

La segunda etapa de la terapia se centró en la desconfianza, el rencor y la culpa. Lucía no podía concebir a su esposo involucrado con una mujer de menor nivel social y cultural que ella. En la sesión individual me manifestó la sensación de asco que sentía cuando su esposo la besaba o intentaba algún contacto sexual, además le era difícil apartar de su mente las escenas sexuales que ella misma construía sobre la relación entre su esposo y la amante. En la Figura #6 sintetizo los efectos de la infidelidad en Lucía.

Figura #6 Consecuencias de la infidelidad en Lucía

El repudio sexual generó una inhibición del deseo en Lucía, además de relacionaba con varios cuestionamientos que se hizo acerca de su apariencia personal y sus habilidades sexuales. De ahí que la autoimagen, su identidad femenina y su autovaloración se viesen muy afectadas. Insinuó algunos episodios depresivos colindantes con pensamientos que despertaban sentimientos de culpa. La tristeza se unía al miedo de que la infidelidad vuelva a ocurrir y el temor a que hubiese pasado en otras etapas de su matrimonio. Sentía rabia a la vez pena por su esposo y mucha ira hacia Susana.

La experiencia despertó la experiencia que vivió durante la separación de sus padres. A continuación presento un trozo de la sesión donde tratamos ese tema.

Lucía: Me siento supermal, la verdad es que lo quiero mucho…pero por alguna razón me siento triste y sin esperanza…

Terapeuta: ¿Sientes que estás reviviendo algo?

Lucía: Es como haberme vuelto niña…no sé…siento la misma rabia que sentí cuando mi papá nos abandonó…

Terapeuta: ¿Qué podías hacer?

Lucía: Nada…es que eso me daba rabia, mi madre no hizo nada…

Terapeuta: ¿Sentías rabia hacia tu mamá y hacia tu papá?

Lucía: No sé hacia quien era más mi rabia…

Terapeuta: Si estuvieran acá, ¿qué te gustaría decirles?

Lucía: A mi madre…que fue una pelotuda…soportar a un tipo que nunca le decía nada bueno, ni siquiera le daba las gracias….y ella se desquitaba conmigo…¡no tenía derecho!

Terapeuta: Eras una niña…

Lucía: ¡Sí! Una niña pequeñita…no siento rabia solamente porque papá se fue de la casa, sino por lo que me hicieron vivir antes y después…

Terapeuta: Entiendo… ¿Qué le dirías a tu papá?

Lucía: (Silencio; llora)… Le diría que fue un maricón…en vez de enfrentar los problemas, los evitaba, nunca se interesó por mis cosas, jamás estaba cuando lo necesitaba, no me dolió que haya sido infiel, sino que no se preocupaba por nosotros…

Terapeuta: Quizás pasa algo parecido con Néstor…no te importa tanto que haya sido infiel, sino que dejaste de ser importante en su vida.

Lucía: No lo veía así…pero creo que es eso… ¿Cómo me pudo hacer esto?

Terapeuta: Colocar a otra persona en tu lugar…

Lucía: ¡Exacto!

Terapeuta: Tal parece que es algo parecido con tu papá y tu mamá…ninguno se interesaba por tus cosas, estabas sola, más aún cuando tu padre se fue…tuviste que enfrentar la tristeza de tu madre y encargarte de tu hermanito.

Lucía: (Llorando) ¡Yo era una niña!

Terapeuta: Tú lo has dicho, eras una niña, ahora eres una mujer. Puedes reclamar por tus derechos.

Lucía: ¿Decirle a mi esposo lo que quiero?

Terapeuta: ¿Qué es lo que quieres?

Lucía: Que me respete, que me haga sentir importante en su vida.

Terapeuta: Es razonable…

Lucía: Debe entender que me importa un bledo la tal Susana, no es por ahí que va mi problema… (se señala el pecho)

Terapeuta: Ya veo (señala su pecho)…va por ahí…por tu corazón…él te lo rompió…¿o ya venía roto?

Las sendas experiencias infantiles permitieron que los cónyuges comprendan sus carencias afectivas, de tal manera que pudieron asimilar la infidelidad desde otra perspectiva. La colusión conyugal se estableció por la búsqueda de valoración en ella y la necesidad de protección en él. La estabilidad matrimonial produjo el descuido del amor, dejaron de cuidarlo para buscarse a sí mismos, desprendiéndose de los afectos construidos para compensar la soledad infantil. Las circunstancias impactaron intensamente en Néstor, develando sus carencias y haciéndolo tomar una decisión inmoral y errónea.

La siguiente etapa en la terapia fue el proceso de perdón. Se inició cuando Néstor decide raparse la cabeza. En esa sesión ocurrió el siguiente incidente:

Terapeuta: (Sorprendido) Vaya…vaya…tengo un paciente famoso ¡Bruce Willis!

(Todos reímos)

Lucía: (Interrumpiendo) Doctor, mi marido enloqueció…dice que al afeitarse la cabeza quiere mostrarme que está dispuesto a cambiar… ¿Qué le parece?

Néstor: Quiero que se despidan del anterior Néstor…quiero ser otro…quiero volver a vivir…

Terapeuta: Como un bebé…calanchito

Néstor: Además quiero decirlo aquí…He renunciado al partido…

Lucía: ¡No lo tenías que hacer!

Terapeuta: A ver…Lucía…no actúes con hipocresía…bien que te hace feliz…Néstor no verá más a Susana…

Néstor: Por un lado, por el otro basta de sonseras en mi vida…

Lucía: Ya no eres un chiquillo pues…

Néstor: quiero que me perdones…

Lucía: Ya te he perdonado…pero dame tiempo para que vuelva a confiar…

Terapeuta: ¿Qué tienes que ver en él que te muestre que puedes confiar?

Lucía: Lo más importante es que se acerque más a mí…que me cuente sus cosas. ¡Basta de hablar de lo que hizo o no hizo!

Muchas parejas consideran que el perdón se concreta a partir de la manifestación de la intención de perdonar; no es así. Se trata de un proceso complejo interpersonal, no es suficiente la postura de la persona ofendida, es también la aceptación por parte del ofensor. Como en la mayoría de los casos, la ilusión de un cambio repentino derivó en una amarga sensación de frustración, reparar la relación requiere recomenzar la construcción del amor sustentado en la confianza, la misma que no se recupera fácilmente. Néstor y Lucía ingresaron en una etapa silente e inestable, el entusiasmo ocasionado por el renacer de la pasión dio lugar paulatinamente a la desazón y aburrimiento de la cotidianeidad: los problemas laborales y académicos estaban intactos. A continuación un extracto de la sesión en la cual se volvieron a manifestar las pautas relacionales agresivas a partir de los conflictos externos personales.

Néstor: Lucía descuida la casa y a los niños…

Lucía: ¡Entiende que no es fácil para mí! Tengo la Universidad y el trabajo, a veces se me complican las cosas…no es que yo quiera…

Terapeuta: ¿Es que no puedes?

Lucía: ¡Exacto! Necesito que Néstor tenga paciencia…pero no la tiene, quiere que todo el tiempo estemos como cuando éramos novios…

Néstor: ¡Sé clara! Me has vuelto a rechazar…

Terapeuta: ¿Sexualmente?

Néstor: Sí…es como que no entiende que para mí lo sexual es importante…

Lucía: Para mí también…pero estoy cansada y me quitas las ganas cuando haces tus berrinches…

Terapeuta: Me parece que están volviendo a la etapa previa a los “cuernos”…¿es así?

Lucía: ¡Exacto! Así era…por eso me fui apartando de él…porque se portaba de una forma insoportable, como está pasando ahora…

Terapeuta: Es como que sacaron al monstruo del refrigerador…y lo pusieron al micro ondas…

Néstor: No quiero lastimarla…pero creo que es muy egoísta…

Lucía: ¿Egoísta? Mire Doctor quién habla…el rey del Ego…

Terapeuta: Me parece que al micro ondas introducen otras cosas más…¿Sus frustraciones y angustias del trabajo?

Néstor: Las cosas no van del todo bien…(explica pormenorizadamente los problemas que está enfrentando en su espacio laboral)

Terapeuta: Ya veo…estás con miedo de quedarte sin trabajo… ¿qué pasaría?

Lucía: tenemos ahorros y bueno, mal que bien yo tengo mis ingresos…

Terapeuta: Entonces Lucía, si Néstor no resuelve sus problemas…¿Lo abandonarás?

Lucía: (Ríe) No, jamás…lo ahorco si se vuelve a meter con otra ñata…pero si se queda desempleado, lo ayudaría…

Néstor: (Toma la mano de su esposa, sus ojos se humedecen)

Terapeuta: Nada que temer entonces…¿verdad? Dejen de mezclar lo externo con lo interno…le hace mucho daño a su amor. ¿Qué hacer para que el amor se haga cargo de los miedos?

A partir de esa sesión la pareja aprendió a apoyarse para que cada quien afronte racionalmente sus conflictos laborales, coadyuven positivamente en las necesidades del hogar y en el acompañamiento de la escolaridad de sus pequeños. Con el tiempo las estrategias de control fueron reemplazadas por actitudes de confianza, reafirmaron sus lazos románticos y reformularon algunos acuerdos matrimoniales.

Conclusiones:

Después de las reflexiones consecuentes con la diversidad de estudios acerca de la infidelidad venérea, quedan como conclusiones las siguientes:

  • La infidelidad en la relación de pareja se define como la injuria que el infiel comete en contra de la lealtad definida en el contrato vincular establecido por los dos protagonistas de la unión oficial. En ese sentido la infidelidad sexual, afectiva o plena será considerada como tal a partir de las atribuciones singulares que cada cónyuge haga. Por ende, no es posible una definición tácita y universal desde la perspectiva psicológica, a diferencia del concepto de adulterio que conlleva ribetes legales.
  • La infidelidad es una decisión que toma el infiel para subsanar una crisis emocional personal. Ésta se relaciona con la autorrealización, la necesidad de expansión del sí mismo y la búsqueda de experiencias nuevas.
  • La desesperación consecuente con la crisis personal se intensifica ante las experiencias de pérdida. Por ello la infidelidad se relaciona positivamente con el estilo de apego; es decir que las probabilidades de infidelidad son mayores en personas con apego inseguro.
  • El acto infiel se produce ante la oportunidad y el estrés, generalmente laboral. De ahí que el triángulo causal de la infidelidad tiene que ver con esos dos factores y la experiencia de pérdida.
  • La infidelidad es responsabilidad exclusiva del infiel aunque existan factores coadyuvantes en la insatisfacción marital. No todas las personas insatisfechas con su relación amorosa son infieles, y no todas las satisfechas son fieles.
  • Las posibilidades de infidelidad se reducen en las parejas que hicieron mayores inversiones en su matrimonio.
  • La infidelidad necesariamente se relaciona con el secreto y el engaño. Los efectos son nefastos para las tres personas involucradas.
  • Las mujeres afrontan la infidelidad de manera distinta a como lo hacen los varones.
  • La psicoterapia es un recurso que puede facilitar la toma de decisiones en cada uno de los miembros de la pareja: romper la relación o reconciliarse.
  • El proceso en la terapia de pareja, contempla tres etapas: afrontamiento de la infidelidad, búsqueda de significados y seguir adelante.
  • El perdón es un proceso interpersonal complejo puesto que implica la decisión de perdonar por parte de la persona ofendida y la aceptación del perdón por parte del ofensor. La reparación solo es posible en un entorno de confianza y amor.

Quedan muchas cosas por hacer en términos de la investigación como en la psicoterapia. Lo urgente es definir la incidencia y prevalencia de la infidelidad en los matrimonios bolivianos. Indagar acerca de la relación entre valores, creencias, personalidad y probabilidad de infidelidad. Determinar con precisión la influencia de los factores socio – culturales en la aceptación o el repudio de la infidelidad, ¿es posible que en Bolivia la infidelidad sea vista como inevitable? Es importante también estudiar los factores de protección y resilientes en las relaciones amorosas. En cuanto a la psicoterapia, es imprescindible desarrollar sistemas de intervención efectivos, los que se debe determinar a partir del estudio de la eficacia y eficiencia de los modelos terapéuticos utilizados. Urge establecer criterios éticos en el manejo del secreto y la reincidencia de las conductas infieles durante el proceso terapéutico.

 

Referencias:

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