Ciencia y Psicología: el ejemplo de la esquizofrenia

Por: Dr. Bismarck Pinto Tapia

Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento IICC
Universidad Católica Boliviana “San Pablo”

Estudiar la evolución de las aproximaciones a la esquizofrenia es revisar la historia de la Psiquiatría y la Psicología clínica. Desde los albores de la humanidad el esquizofrénico ha generado fascinación porque en todas las épocas su presencia irreverente con el mundo establecido obliga al cuestionamiento de la realidad. Algunas culturas lo han endiosado mientras otras lo han satanizado.

La esquizofrenia está relacionada con la Psicología como ciencia básica y como ciencia aplicada. En el ámbito de la investigación, su estudio ha permitido la elaboración de teorías acerca de la percepción, las emociones, la conciencia, memoria y personalidad. En el campo de la aplicación en el desarrollo de modelos terapéuticos dirigidos al paciente esquizofrénico y a su familia.

La etimología de la palabra esquizofrenia (del griego σχίζειν: división y φρήν: mente) manifiesta de por sí el complejo problema de la Psicología al definir su objeto de estudio. La propuesta aristotélica fue que la Psicología se encargara del estudio del ánemus que contenía al pensamiento, la razón y la inteligencia: la parte pensante del ser humano.

Sócrates dejó establecida la importancia del autoconocimiento, sin él sería imposible conocer el deber. Por lo tanto el saber se relaciona con la virtud. La maldad es fruto de la ignorancia. Al mismo tiempo, considera que todo ser humano conoce la verdad, y que ésta subyace en su espíritu, es a través de la mayéutica que se puede acceder a ella (Heidbreder, 1978)

La filosofía socrática se centra en el sí mismo, por lo tanto es indispensable el desarrollo de un método para conocerlo, se deduce que la psicología es una ciencia indispensable para lograrlo. Se añade la necesidad de comprender el desarrollo ético inherente a la sabiduría, es decir, al conocimiento de uno mismo. La locura es una especie de inspiración que no posee lógica, es sin sentido, puede avivar la verba del poeta o del político pero no expresa nada, a diferencia del filósofo inspirado por un demonio (dáimôn, Δαίμων) que permite el contacto con las divinidades.

Podemos recurrir a Heráclito, para entender que ethos y dáimôn se relacionan, en el sentido que el ethos (morada) es protegido por el dáimôn (voz profética dentro de mí, proveniente de un poder superior). Luego, la ética sólo es posible a través de la conciencia de sí mismo. El esquizofrénico será un ser humano con disturbios en su conciencia, de ahí que la locura sea considerada una afrenta contra la moral. 6

Para Platón el alma y el cuerpo son de naturaleza diferente, coinciden por accidente, por lo que al morir se separan. Según Aristóteles alma y cuerpo son inseparables, por lo que ambas entidades pueden enfermarse. Para Platón la Psicología es el estudio del alma independiente del cuerpo, para Aristóteles no es posible que la Psicología estudie el alma sin considerar su relación con el cuerpo.

Platón considera que el alma es la encargada del movimiento y está encarcelada en el cuerpo, es susceptible de enfermarse por efectos del medio y de la herencia. Desde esta perspectiva la Psicología debe ser esencialmente racionalista porque la lógica es el medio para conocer la esencia humana (Platón, 1978).

En el diálogo Ion, Platón plantea la existencia de la “locura divina”, considera que la deidad puede posesionarse del alma del mortal y manifestarse en forma de epilepsia, trance orgiástico o delirios dionisiacos. Así pues, la locura está asociada a la estética. El artista es víctima de una posesión divina cuando está inspirado. La locura desde este pensamiento puede ser una forma de saber distinto al racional. Platón asocia el arte con la locura porque el loco se contacta con los dioses lo mismo que el poeta (Platón, ob.cit.)

Aristóteles considera la existencia de tres tipos de alma: vegetativa, sensitiva y racional. La vegetativa es responsable de la asimilación y de reproducción, la sensitiva lo es del movimiento y las sensaciones, mientras que la racional se encarga del intelecto. En ese sentido la Psicología debe ceñirse a los aspectos intelectuales del ser humano. La locura es una enfermedad del alma racional porque ocasiona la hecatombe de la lógica (Aristóteles, 1986).

San Agustín de Hipona (354-430) propone que la fe y la razón se funden, la verdad se rebela por la fe pero es a través de la razón que se la logra conocer. Esta forma de ver queda plasmada en su frase: “cree para comprender”. Luego estima que la razón tiene más fuerza que la voluntad y que a través de ella es posible la introspección para el autoconocimiento. La locura está asociada con la pasión, por eso la relaciona con el enamoramiento.

Santo Tomás de Aquino (1225 – 1274) consideraba al alma como asiento de la racionalidad que determina la corporalidad. El alma es la responsable del intelecto, posee tres funciones: las potencias vegetativas, las sensitivas y las racionales. La voluntad es un concepto central en la psicología de Santo Tomás, la entiende ligada necesariamente al bien y la felicidad, por lo tanto el alma no puede albergar ninguna enfermedad. Con esta visión, su postura favorece a la medicina como responsable de la cura de la esquizofrenia. La psicología se debe dirigir al estudio del alma, por lo que es parte de la Metafísica y se debe apartar de cualquier intención científica, en otras palabras, la psicología no debe ser una ciencia.

Guillermo de Occam (1285-1349), sostiene que la fe es distinta a la razón (En: Enciclopedia Oxford de Filosofía, 2008) cada una tiene propósitos de conocimiento distintos, la primera no necesita de la razón porque es una revelación divina, la segunda en cambio tiene por objetivo la ordenación del mundo. De esta apreciación queda claro que la ciencia y la fe no pueden entremezclarse, una recurrirá al método racional, la otra a la revelación intuitiva.

Durante la edad media la locura fue considerada una expresión del mal, el diablo se posesionaba de las personas. La superstición subyacía a las creencias dogmáticas del cristianismo y eran utilizadas como una manera de imponer el dominio de la Iglesia sobre los pueblos. La presencia de los endemoniados justificaba la presencia de la Inquisición y su “Martillo de los brujos” (Malleus maleficarum) de Kramer y Sprenger (1486/2006) era el manual de los inquisidores, puesto que permitía el diagnóstico de la brujería y sus subtipos.

Las alucinaciones, los delirios y el comportamiento bizarro de los esquizofrénicos eran interpretados desde la lógica dicotómica de las creencias cristianas, evidenciaban la existencia del diablo y justificaban el castigo divino de los pecados. Así el alma podía pertenecer a Dios o al Maligno, todo dependía de las buenas obras y del cumplimiento de las leyes de la Iglesia (Brunan, 1988; Kamen, 1985).

La locura era explicada como posesión del diablo, y se consideraba a las mujeres las más frágiles ante sus tentaciones. Así surge la “bruja” como la responsable de todos los males que azotaban a la Europa medieval (Bechtel, 2001). La mujer es considerada inferior al varón, no es digna de poseer un alma porque ha sido la causante del pecado al tentar a Adán. La mujer debe someterse al marido y abnegarse hacia los hijos. La vida de la mujer se restringe al cautiverio del hogar, del convento o del prostíbulo (Wade, 2003).

Juana de Arco (1412-1431) es un ejemplo sobre la concepción de la locura en la Edad Media. Inicialmente sus alucinaciones y delirios son atribuidos a Dios cuando dirige un ejército de cinco mil soldados contra las fuerzas inglesas que cercaban Orleans. Posteriormente los borgoñeses al capturarla tras el asedio de Compiègne, la entregan a las autoridades inglesas, quienes la hacen juzgar ante un tribunal eclesiástico que la declara bruja y explica las voces que escucha como producidas por el demonio, por lo que es condenada a la hoguera (Dequeker, 2009).

D’Orsi y Tinuper (2006) plantean la probabilidad de que Juana de Arco adoleciese de epilepsia del lóbulo temporal, puesto que los síntomas que de ella se describen coinciden con la semiología neurológica actual. Así pues, queda claro que las conductas bizarras de la locura eran interpretadas desde la superstición religiosa. La Psicología era un recurso de la Iglesia para justificar las anormalidades del alma, siempre y cuando éstas contradijeran los postulados del poder eclesiástico o sirviesen para confirmarlo.

Erasmo de Rotterdam (1467-1536) escribe “Elogio de la locura” (Erasmo, 2007) una sátira moral. Sin embargo, plantea que la locura es indispensable para la felicidad, la contrapone a la rigidez de la razón y la asocia con la felicidad. La locura es presentada como una manera ingenua e inocente del saber, no es la soberbia afirmación “yo sé” sino la humilde “creo saber”. Erasmo valora el saber del ciudadano común.

A pesar del “Elogio” que recuperaba la importancia de las pasiones, Descartes (1596-1650) pregonará la soberanía de la razón sobre las emociones. El pensamiento cartesiano estableció la escisión entre la mente (res cogitans) y el cuerpo (res extensa) produciendo un conflicto epistemológico en la Psicología, puesto que el ánemus fue tergiversado en alma y por lo tanto derivada al ámbito de la teología y el misticismo, mientras que el cuerpo pasó a ser objeto de la ciencia.

Descartes favorece la especulación teórica, puesto que si una teoría tiene lógica, entonces es verdadera. Este racionalismo a ultranza, hizo daño a la Psicología (Pinto, 2004), puesto que permitió la aparición de construcciones especulativas que afirmaban explicar fenómenos humanos inventadas por ellas mismas. La Psicología se hizo presa favorita de la tautología lógica y retórica, pues la res cogitans es un espacio donde cabe cualquier afirmación lógica que justifique la verdad de quien piensa.

La idea de la locura en Descartes es que a partir de los “vapores negros de la bilis” que se insertan en el cerebro, las personas alteran su sensibilidad, por lo que el filósofo no puede estar loco. “La locura es la expresión de la irracionalidad, el loco es incapaz de dudar por lo tanto de existir, puesto que se existe sólo si se duda, y se duda sólo si se piensa” (Descartes, 1637,1641,1644/1971).

El primer manicomio (del griego: μανία manía y κομιον komion, lugar) fue el fundado en Valencia (España) por el Padre Joan Gilabert Jofré (1350-1417) fraile mercedario, compañero de San Vicente Ferrer el 9 de marzo de 1409 (Asociación Católica de Psicología, 2010).

En el Diccionario de los Inquisidores (1494), se consideraba a la locura como una atenuante y en algunos casos eximía de la culpa al reo. Si el acusado enloquecía después del procedimiento inquisitorial se le ofrecía un curador, entendiéndose con ello que el juicio continuaría; si el prisionero manifestaba una locura denominada furor, entonces se lo eximía de responsabilidad de la herejía (Tropé, 2010).

En el siglo XVI la locura, según los médicos era producida por la bilis negra (melancholia), se identificaban los siguientes síntomas: tristeza, miedo y locura continuada, la causa se consideraba hereditaria. El otro tipo de locura era el furor o manía, a diferencia de la anterior se relacionaba con conductas violentas, la causa era el semen corrupto, porque asociaban el desarreglo de los humores con alteraciones en el útero, el bazo y el hígado (Tropé, ob.cit.)

Como era difícil definir la locura legítima de la fingida, de igual manera se recomendaba el tormento, es decir, la tortura para extraer la información necesaria (Kamen, 1985).

Aunque se consideraba la atenuación a partir de la presencia de la locura, los inquisidores decidían a partir de la peligrosidad de la herejía, no importando al final la demencia del reo. Se mantenía la idea de que la locura era impuesta por el diablo, y era innegable que la persona que la adolecía era pecadora: “Ora valiéndose de la locura, ora descartándola, lograban su meta, que era asegurar a la Iglesia la exclusividad de la elaboración del discurso religioso e impedir cualquier forma de heterodoxia susceptible de poner en entredicho el orden político o religioso establecido.” (Tropé, 2010, pág. 100).

Es así que la definición de locura iba asociada al poder, las personas tildadas de locas perdían su libertad y otros decidían por ellas. La Psicología pierde su objeto de estudio científico y se inserta como un instrumento del poder, el alma era depósito de las conveniencias políticas. Los pocos avances en el estudio del cerebro dan lugar a las falacias del pensamiento cartesiano, como por ejemplo la idea de que la glándula pineal es el lugar donde la sangre se convierte en espíritus animales, por lo que deduce que es el sitio del alma (1637/1971).

La publicación del “Leviatán” en 1651, escrito por Thomas Hobbes (1588-1679) manifiesta el espíritu de la época al sobrevalorar la importancia de la racionalidad. Según este filósofo inglés las emociones humanas requieren ser ordenadas, lo que sólo es posible a través de la razón. Inclusive los pensamientos siguen un curso desordenado que requieren de un pensamiento superior que sea capaz de organizarlos (En Heidbreder, ob.cit.).

El racionalismo justifica la segregación de los enfermos mentales puesto que están fuera de la razón. La etimología de la palabra “loco” confirma esta idea, puesto que Corominas (2008) plantea que su origen es el árabe: láwqa, femenino del adjetivo alwaq “tonto, estúpido”; otro origen probable es el latín, del verbo loqui, hablar; quizás por el “hablar mucho” típico de la manía. La razón se impuso sobre los sentidos.

Se asocia la locura con la estupidez y se acepta su carácter innato. Foucault dirá al respecto que en relación al sueño y a la locura el racionalismo decidió callar porque es un peligro que se evita, representa aquello que debe silenciar el sujeto para poder continuar la reflexión hasta el “yo pienso” (Foucault, 2003). La existencia de la locura pone en cuestión al pensamiento cartesiano, porque si el loco no razona entonces no piensa, y si no piensa ¡no existe! “La locura justamente es condición de imposibilidad del pensamiento” (p. 76).

El empirismo surge como respuesta a la insuficiencia del racionalismo para dar cuenta del conocimiento. Su más importante representante fue John Locke (1632-1704), plantea una teoría del conocimiento independiente de la filosofía. Propone que el conocimiento humano no puede dar cuenta de todo, posee sus limitaciones, éstas se producen por el recurso del conocimiento, la experiencia dada por los sentidos. Locke retorna a la naturaleza sin abandonar la idea de Dios, sus postulados serán la base para el desarrollo de la ciencia contemporánea. Berkeley (1685-1753) añadirá que el mundo externo es producto de la percepción, las ideas no son sino nombres por lo que toda idea es individual, propone que las palabras deberán ser usadas con precaución porque son las que definen las ideas.

La época de Locke y Berkeley se caracteriza por una Inglaterra dedicada a la discusión religiosa. Este pensador consideró que las personas tienen derecho a decidir por su creencia religiosa, favorece la libertad de culto a pesar de los ataques violentos de la Iglesia Anglicana dirigidos a los disidentes, debido a que era impensable el ser humano independiente de la voluntad divina, se justificó así la quema de libros y asesinatos. Locke afianza su idea de que el Estado debía proteger los intereses ciudadanos y no interferir en sus creencias religiosa. Por fin se propone la liberación del poder político del poder religioso (Barrionuevo, 2010).

La Psicología como efecto de la separación política – religión, tiene la oportunidad de retomar el ámbito de las ciencias naturales y dejar de ser un instrumento de control inmerso en el pensamiento teológico. Locke propone una psicología que permita identificar las capacidades humanas dentro de las limitaciones de su conocimiento. Se opone al innatismo al plantear la necesidad de la conciencia en los procesos del pensamiento: el conocimiento proviene de las ideas y éstas de la experiencia.

La consecuencia inmediata para la esquizofrenia es dejar de verla como un designio de Dios o del diablo, para considerarla como producto de una alteración de la conciencia debido a influencias del entorno (Feldman, 2006).

Berkeley publica una monografía titulada New Theory of Vision, donde intenta explicar la percepción en tres dimensiones, que dará origen al primer principio de asociación aplicado a la psicología: la percepción de la distancia es producto de la experiencia porque no es posible percibirla de manera directa, necesitamos asociarla con las sensaciones táctiles y del movimiento. Así se adelanta a la propuesta de los reflejos cerebrales de Séchenov (1825-1905) fundamentos en la indisolubilidad de la sensación con la motricidad. Así pues, con Locke y Berkeley se construye la base de la Psicología Experimental (Boring, 1999).

David Hume (1711-1776) critica el principio de causalidad, según el cual es posible el conocimiento a priori de las fuerzas causales a través del conocimiento de los conceptos o de la identificación de la esencia de las cosas; el conocer es producto de la razón que determina la objetividad de las causas. Todas estas formulaciones se resumen en que “todo lo existente tiene una causa”. Según este filósofo escocés, la causalidad no puede ser a priori, porque no es una relación entre ideas ni el resultado de la costumbre. Discurre que la causalidad necesariamente se relaciona con hechos, es necesariamente producto del conocimiento de la experiencia. Cuestiona la concepción de que todo debe tener un inicio, piensa que es resultado de darlo por sentado en lugar de ponerlo a prueba (Flew. 1986).

Queda claro que Hume se opone a la regularidad de la naturaleza al negar que los efectos tengan una sola causa, también lo hace en relación a la inducción porque es producto de la costumbre, es decir es un fenómeno psicológico que no necesariamente tiene que ver con la realidad (Buganza, 2007). Hume cuestiona el supuesto orden del mundo y coloca la atención en la organización lógica del ser humano, tal como lo hará el primer Wittgenstein (1921/1997). De ahí que Hume se instaura como un pensador revolucionario en una época que veía trastabillar al poder religioso determinante de verdades absolutas. Todo el conocimiento es rotundamente achacado a la experiencia

La implicancia del pensamiento de Hume para la comprensión de las enfermedades mentales es que reconoce en la locura que algunas ideas pueden vivirse como si fueran impresiones, de tal manera que pueden confundirse con la realidad, en ese sentido la locura deja de ser un fenómeno sobrenatural.

En Francia Ettienne Bonot de Condillac (1715-1780) publica el Traité des systemes, donde critica a Descartes y defiende a Locke, añade que la vida mental dependía exclusivamente de la sensación. Por su parte el filósofo y naturalista suizo Charles Bonnet (1720-1793) hizo eco de las ideas de Condillac incorporando a las mismas al fluido nervioso y la agitación de las fibras nerviosas, además de la importancia de la actividad en contra de la metáfora de la estatua pasiva del filósofo francés (Boring, ob.cit.)

Los ingleses continuaban en el conflicto de las ideas religiosas, mientras que los franceses incursionaban en la filosofía materialista como es el caso de Julien Offray de la Mettrie (1709-1751). Este filósofo postula la teoría del hedonismo, siguiendo los pasos de Epicuro de Samos que escribió: “Yo ciertamente no tengo cosa alguna por buena, excepto la suavidad de los licores, los deleites de Venus, las dulzuras que percibe el oído y las bellezas que goza la vista” (Epicuro en: Lucrecio, 1969).

Para La Mettrie, el placer es el fin de la vida por lo que el ser humano debe ser esencialmente egoísta. Sus ideas son una ofensa para el espiritualismo, que reacciona con vehemencia, ocasionando al contrario de su expectativa, un fortalecimiento del materialismo. Promueve que el ser humano debe ser considerado como cualquier otro ser vivo y que debe estudiárselo como un mecanismo biológico.

Claude Adrien Helvétius (1715-1771) se unió al pensamiento hedonista pero sin fervor ateo, dando inicio al pensamiento utilitarista. A estos dos pensadores le siguió Jean George Cabanis (1757-1808), al ser el médico del comité legislativo de la revolución francesa se le preguntó si las cabezas de los muertos en la guillotina mantenían o no la conciencia, respondió que no lo eran debido a que el cerebro es el órgano que la determina (Boring, ob.cit.).

Cabanis afirma “…que la fisiología (medicina), el estudio de las ideas (del pensamiento) y de la moral son tres ramas indisolublemente unidas de una misma ciencia que puede llamarse, a justo título, la ciencia del hombre” (Cabanis, 1844, pág.47). Con esta afirmación se establece la base de la psiquiatría como la responsable del estudio y tratamiento de las enfermedades mentales. Cabanis libera radicalmente a la mente de argumentaciones metafísicas. Es el cerebro el único responsable de la conciencia, del pensamiento y las sensaciones.

Jean Jacques Rousseau (1712-1778) fue un pensador influyente en la Revolución Francesa a pesar de disentir de otros grandes filósofos como Voltaire y Montesquieu. Su pensamiento desfavorece la razón ante los sentimientos y la pasión. Considera que el ser humano es esencialmente bueno y que la sociedad es la encargada de corromperlo. El “buen salvaje” vivía libre, guiado por el amor a sí mismo. El desarrollo de la sociedad obliga a que el ser humano se aparte de la naturaleza para sobrevivir en guiado por el egoísmo, la ambición por la riqueza y la injusticia (Rousseau, 1754/1999).

En el Emilio, Rousseau expresa que la educación debería dejar de ser libresca para estimular en los niños el retorno a la naturaleza, de tal modo que se recupere la bondad innata a la especie humana (Rousseau 1762/1982).

Las ideas de Rousseau influyeron profundamente en Philippe Pinel (1745-1826), médico francés del manicomio de Bicêtre designado por Thouret y Cabanis, partió de los principios humanistas de su antecesor Jean-Baptiste Pussin (1746-1811) para solicitar que se desencadenen a los pacientes, su pedido inicialmente fue rechazado pero finalmente gracias a la influencia política del jefe de la comuna George Couthon los enfermos mentales de Bicêtre fueron liberados. El principio al cual Pinel se rigió es aquél relacionado con la corrupción por parte de la sociedad de la bondad esencial de los humanos.

Para los Iluministas la razón gobierna el bien y la cordura, por lo tanto la maldad y la locura se explican como una pérdida de la razón. El énfasis recae en que el ser humano es racional y esa cualidad es la que lo diferencia de los animales. Tanto la maldad como la locura sólo pueden producirse por la corrupción de la sociedad que promueve el alejamiento de la naturaleza humana.

Foucault (ob.cit.) encuentra una estrecha relación entre el Iluminismo y el cambio de concepción de la locura. Según este filósofo, durante la Revolución Francesa se difundió la idea de que los revolucionarios habían sido tildados de locos por el Rey y por lo tanto fueron encerrados en los manicomios; al mismo tiempo, se decía que algunos enemigos de la revolución estaban escondidos entre los enfermos mentales.

La razón se hace superlativa a cualquier otra cualidad humana, produciéndose una desvalorización de las emociones y sentimientos. Pinel publica en 1809 el Traité médico-philosophique sur l’aliénation mentale, en el que plantea una clasificación de las alienaciones mentales. La etiología de la alienación mental la relaciona con la herencia y la influencia del ambiente, sobre todo la educación; descarta la participación del cerebro en la enajenación mental, pues supone que sus lesiones inhabilitan todas las funciones mentales por lo que no permiten la formación de la locura.

Pinel consideró a la maldad como un trastorno, lo denominó “manía sin delirio”, considerando a pacientes violentos que no padecían alteraciones de la razón, sino un furor afectivo al que se refiere como “furor sanguíneo”. La causa una vez más la sitúa en la inadecuada educación y a una predisposición (Marietán, 2004). Las ideas de Pinel reflejan el espíritu de su época: la Revolución Francesa. Con ella se desata una postura radical en contra de todo aquello que hiciera referencia al estado anterior de las cosas, achacando los males a la monarquía y la ideología absolutista resultante de ella.

El siglo XVIII se caracteriza por la hegemonía del paradigma mecanicista, según el cual los procesos psíquicos se explican por las leyes físicas sin admitir otros principios explicativos (Dorsch, 1994). El asociacionismo es el resultado directo de las ideas mecánicas de la mente, fue sostenido por los psicólogos británicos James Mill (1773-1836), John Stuart Mill (1806-1873) y Alexander Bain (1818-1903).

Según el asociacionismo un pensamiento necesariamente sigue a otro pensamiento. Según James Mill, las ideas complejas son resultado de la asociación entre ideas simples. Bain plantea las leyes de las asociaciones: contigüidad y similitud. La contigüidad hace referencias a la asociación entre recurrencias de las ocurrencias previas de acciones o sensaciones. La similitud explica la “asociación constructiva”, es decir la producción creativa. La contigüidad explica la retención y la similitud la creatividad (Boring, ob.cit.).

El culmen del racionalismo se manifiesta en la obra de Emmanuel Kant (1724-1804). Retorna al racionalismo sin abandonar el empirismo creando el movimiento moderno de la Ilustración, que promueve la transformación de la humanidad hacia un mundo mejor a partir del desarrollo de sus facultades racionales (Deleuze, 1997).

La pregunta central de la filosofía kantiana es ¿cuál es el límite del conocimiento humano? El conocimiento es fruto de la experiencia por un lado y de los juicios a priori por otro. Los juicios apriorísticos son anteriores a la sensación, son la condición de su probabilidad existencial. Éste fue el fundamento de su libro “Crítica de la razón pura” (1781).

Kant concluye que la ciencia utiliza el conocimiento proveniente de los juicios a priori, por lo que se constituye en juicios sintéticos a priori: al ser sintéticos son extensivos porque ofrecen significado y amplían nuestro conocimiento; por ser a priori, son universales y necesarios, recalcando que no proceden de la experiencia (Deleuze, ob.cit.).

En relación a la percepción Kant propone que forma no es dada por la experiencia, sino que está a priori en el espíritu (intuición pura). Tal afirmación es un retorno a las ideas de Platón que serán retomadas por la psicología genética de Piaget y la psicología cognitiva, cuando se establece el supuesto de “constructos cognitivos” que se pueden configurar en “esquemas cognitivos”. Los esquemas cognitivos son estructuras organizadas a partir de conductas y experiencias pasadas que forman un cuerpo de conocimiento; son los encargados de modelar la forma singular de percibir e interpretar el mundo (Segal, 1988).

El entendimiento, según Kant es el resultado de comprender lo percibido. El entendimiento también se estructura a partir de conceptos, no solamente de sensaciones, los fenómenos sólo se comprenden cuando se los puede referir a los conceptos, esta operación se lleva a cabo gracias a los juicios, por lo que es posible afirmar que el entendimiento es el resultado de la facultad de juzgar. Los conceptos puros o categorías son las estructuras del entendimiento, por lo que la experiencia interna es resultado del contraste entre la sensación y el concepto (Hartrack, 1997)

Kant propone que su filosofía se equipara a la revolución Copernicana, puesto que plantea que son las cosas las que se ajustan a nuestros conceptos y no nuestros conceptos los que se ajustan a las cosas. Esta afirmación es una paráfrasis de Epicteto: “No nos perturban las cosas sino las opiniones que tenemos de ellas” (En: De Olañeta, 2003).

La filosofía kantiana pone en relieve la importancia del intelecto a la par de no descuidar la intuición, la misma que es considerada como un medio al definir una verdad, esto es, que de manera innata el ser humano sabe cuando enfrenta un fenómeno sin necesidad de haber tenido una experiencia, por ello la intuición es la condición a priori del espacio y el tiempo.

Cuando Kant plantea que la percepción es el efecto de un objeto sobre la facultad representativa está fundamentando la teoría cognitiva de los esquemas. Según Kelly (1905-1967) la realidad es producto de la interpretación, de tal manera que la realidad en sí es inabordable por la mente humana, ésta necesita de referentes para atribuir significados y dotarla de sentido. Las pautas que sirven de modelo son los “constructos cognitivos” que permiten categorizar la realidad (Caro, 1997)

La teoría de los constructos cognitivos dará lugar al desarrollo de la terapia cognitiva. Es en ese ámbito que se estudian los procesos cognitivos en la esquizofrenia, por ejemplo, Vásquez, Sánchez y Provencio (2009) identifican que la atención selectiva, la memoria, el razonamiento probabilístico y las atribuciones causales son procesos cognitivos que se alteran debido a la presencia de delirio persecutorio.

El enfoque de la esquizofrenia deja de centrarse en una “mente enferma” a una comprensión del procesamiento de la información en un cerebro alterado. Sin embargo, esta visión tardará aún muchos años en llegar.

La teoría genética del desarrollo humano descrita por Piaget (1896-1980) promueve una concepción evolutiva del conocimiento, pretende que la lógica antecede al lenguaje cuando demuestra que el pensamiento del niño se organiza a partir de la sensación y el movimiento (Piaget, 1982). Desde esta perspectiva, la esquizofrenia se considera una alteración en el desarrollo cognitivo, de tal manera que la persona se sitúa en la etapa egocéntrica, manifestando una incapacidad de comunicarse y de descentralizarse.

En la antigua Unión Soviética el desarrollo de la Psicología se vio influenciado por la ideología marxista-leninista. “El materialismo dialéctico e histórico examina la sociedad no como una fuerza extraña externa, a la que el hombre debe adaptarse por la fuerza de las circunstancias, sino aquello que ha creado al propio ser humano” (Shuare, 1990, pág. 22).

La Psicología soviética adopta una posición política comprometida con el pensamiento y el quehacer del marxismo leninismo. Desde esta filosofía se considera a la materia como la base de la realidad y del pensamiento humano. Plantea que el método científico debe ser dialéctico, enfoque propuesto inicialmente por Hegel (1770-1831). Sin embargo Marx hace una crítica radical a la tendencia idealista de la dialéctica hegeliana, anteponiendo a ella su visión materialista.

La dialéctica materialista esbozada principalmente por Engels (1820-1895) se opone tenazmente al idealismo, al mecanicismo y al atomismo. Se parte del axioma según el cual la única realidad posible es la materia, primero es la materia y después es la idea para que finalmente se genere una reconciliación. Es así que la lógica dialéctica corresponde a tres momentos de análisis: tesis – antítesis – síntesis.

Para el marxismo existen cuatro tipos de conciencia: la conciencia de sí a través de la cual accedemos a la percepción de nosotros mismos, la conciencia psicológica que permite diferenciarnos de los demás, la conciencia de clase que nos otorga identidad de grupo y la conciencia social por la que asumimos las creencias sociales (Lange y Colorado, 1974).

En este contexto político, la psicología fisiológica de Pávlov (1849-1939) se tuvo que ajustar a los criterios materialistas imperantes. Pávlov parte de la teoría reflexológica de Séchenov (1829-1905), la cual afirma que el cerebro es el órgano que permite la regulación de la interacción entre el medio y la conducta (Yaroshevsky, 1979).

Pávlov muestra un método de investigación de la conciencia humana con recursos de la fisiología, ofrece una sólida teoría sobre la organización del segundo sistema de señales a partir de experimentos efectuados en animales en los que consiguió la adquisición de nuevas conexiones cerebrales con el sistema del condicionamiento reflejo. El partido comunista veía con recelo el trabajo de Pávlov debido a que hacía hincapié en los aspectos biológicos del comportamiento sin mencionar siquiera la influencia socio histórica (Zumalabe, 2006)

Leóntiev (1972) aclara que la relación entre la biología heredada del ser humano y los condicionantes sociales son los determinantes de la conducta. La psicología soviética se expresa en contra del idealismo occidental y sus connotaciones asociacionistas y subjetivas presentes en sus teorías psicológicas.

Básov (1892-1931) es considerado uno de los primeros psicólogos con orientación dialéctica materialista, formula que el ser humano no es un ente pasivo ni que se adapta al medio, sino que adapta el entorno a sí mismo, puesto que actúa sobre el transformándolo a través del trabajo. Por su parte Blonski (1884-1941) fue el más ferviente crítico de la Psicología occidental presentando al materialismo histórico como la solución ante la arremetida idealista de la psicología.

El tercer psicólogo que conforma la tríada epistemológica materialista de la Psicología soviética es Kornílov (1879-1957) quien expresa que la Filosofía ha sido la principal responsable para el carácter especulativo de la Psicología. Urge, según este autor que la Psicología se separe definitivamente de la Filosofía, tarea que sólo sería posible si se apega al pensamiento marxista (Shaure, ob,cit.).

Vygotsky (1896-1934) se constituye en el psicólogo ruso más estudiado hoy en día gracias a sus aportes a la Psicología constructivista. Para Vygotsky el lenguaje es indispensable para la organización mental, al mismo tiempo es instrumento de comunicación y mediador de los procesos cognitivos (Shaure, ob.cit.)

En ese sentido Jaburgaiev explica la esquizofrenia como una alteración entre la lógica y el lenguaje (En: Pinto, 1987). Se trata de una alteración en la mediación regulatoria del pensamiento que ocasiona una desorganización lingüística relacionada con las injurias cerebrales resultantes de los procesos bioquímicos asociados al trastorno.

En la medida que se instaura el régimen stalinista la Psicología soviética se ve obligada a cerrarse a la información procedente de otros países, decayendo alarmantemente el desarrollo de la Psicología científica (Luria, 1979). Los hospitales psiquiátricos (psijushka) son usados a partir de los años 40 internando en ellos a personas que contradecían los principios del comunismo. Se crea el diagnóstico de esquizofrenia lentamente progresiva la cual ocasionaba un deterioro en su comportamiento social sin afectar otras áreas del comportamiento. De esta manera se creó un sistema de regulación política afianzado en criterios psiquiátricos. Al menos trescientas sesenta y cinco personas sin alteraciones mentales fueron internadas y tratadas como pacientes esquizofrénicos durante el régimen comunista (Bloch y Reddaway, 1984).

En Alemania Edmund Husserl (1859-1938) desarrolla el movimiento filosófico considerado como el que da inicio a la filosofía del siglo XX: la fenomenología. Gracias a la filosofía kantiana la Psicología se constituyó en la ciencia más importante de todas, puesto que si explicamos la mente humana comprenderemos la organización de la realidad. Husserl se opone a esa disquisición (Funke, 1995).

Husserl trabaja con Carl Stumpf (1848-1936) quien pensaba que la psicología podía servir para los intereses de la filosofía (Boring, ob.cit.). Husserl influenciado por Brentano (1838-1917) discurre que la Psicología es la ciencia empírica de los hechos mentales. Stumpf identifica a los fenómenos como los datos sensoriales a los que se siguen los actos psíquicos de Brentano (funciones psíquicas para Stumpf), por ejemplo: la percepción, la volición, el deseo, etc. Posteriormente se encuentran las relaciones que radican en la experiencia. Por último identifica la objetividad inmanente, referida a la experiencia subjetiva de la sensación (Boring, ob,cit.).

Husserl opone la postura psicológica a la lógica. Antes del pensamiento está la sensación del fenómeno, de lo que se trata es de identificar un método de aprehensión del fenómeno en sí. El psicologismo en la filosofía caía en el error cartesiano de considerar a la conciencia como una realidad sustancial, de ahí que el conocimiento sería un fenómeno psicológico, y por lo tanto, la ciencia empírica podría explicarlo. Urge entonces, una nueva definición de los conceptos, en lugar de entretenerse fútilmente en sus significados se debe buscar la manera de identificar la manera de experimentar la realidad. Surge entonces la suspensión del juicio epojé (ἐποχή), actitud irreverente ante la supremacía de la lógica. Husserl escribe que se debe colocar la cotidianeidad entre paréntesis, esto es, ser capaz de desconectarse de ella; este procedimiento es indispensable para lograr desprejuiciarse eliminando cualquier suposición sobre el fenómeno. La consecuencia es el radicalismo fenomenológico cuyo objetivo es la contemplación de la esencia de las cosas que se contrapone a su explicación.

En el contexto de las disputas filosóficas entre el racionalismo kantiano y la fenomenología, Wilhelm Wundt (1832-1929) instala el primer laboratorio de Psicología en la ciudad de Leipzig (1879), evento que es considerado como el nacimiento de la Psicología científica. Wundt fue influenciado por su maestro Helmholtz y por la filosofía empirista de Herbart, ambos experimentalistas radicales, pensaban que la psicología necesariamente tenía que responder al método científico de las ciencias narturales.

Según Boring (ob.cit.) es posible identificar cuatro momentos en el sistema de Wundt:

El primero se refiere a la revisión del concepto de percepción y la diferencia que hace entre sensación y sentimiento, ambos son los elementos básicos de la conciencia. Las sensaciones provienen del exterior y del interior del organismo como consecuencia del impacto del estímulo en los sensores de la piel, vista, olfato, oído y gusto; mientras que los sentimientos hacen referencia. Los sentimientos hacen referencia a la subjetividad de la sensación como el placer y el dolor a los que añade la excitación y la depresión, además de la tensión y el alivio. También se puede decir que las sensaciones corresponden al nivel objetivo y los sentimientos al subjetivo de la percepción.

El segundo momento del trabajo de Wundt es el referido a la concepción de la mente como constituida por elementos formales como las sensaciones que se conectan por medio de asociaciones. Esta postura da lugar al elementarismo asociacionista.

La tercera etapa de la teoría wundtiana se refirió a desarrollo de la teoría tridimensional del sentimiento, según la cual los sentimientos variaban en tres dimensiones: agrado-desagrado, tensión-relajación y excitación-calma. Esta teoría surge de la introspección y no de la experimentación, por lo que consciente de su planteamiento especulativo irresponsable, perfiló la investigación empírica de los supuestos surgidos por las elucubraciones filosóficas. Queda clara, entonces la tendencia a despojar a la Psicología de la Filosofía para acercarla a las ciencias naturales.

El último periodo trata de la importancia que Wundt le dio a la apercepción, concepto introducido a la Filosofía por Leibniz y Kant para referirse a la mente como una entidad activa en vez de pasiva. Wundt indica que la apercepción es el proceso a través del cual se produce la síntesis e integración de las sensaciones que permite organizar el significado.

Emil Kraepelin (1856-1926) fue inducido por Wundt para investigar los trastornos mentales. Recurrió al modelo médico para explicarlas, enfatizando la etiología biológica en desmedro de la psicológica. Divide la psicosis en dos tipos: la psicosis maníaco depresiva y la demencia precoz, término acuñado inicialmente por Bénédict Morel(1809-1873); la segunda es considerada como producto de la debilidad mental. Diferencia los síntomas de los síndromes, señalando que un síntoma puede presentarse en distintas entidades patológicas (Postel y Quétel, 1987).

Hecker reemplazó la demencia juvenil por el término hebefrenia, haciendo referencia a la desorganización generalizada del enfermo, mientras que Karl Kahlbaum describió la catatonía caracterizada por el mutismo y la inmovilidad motora. Kraepelin considera que la hebefrenia y la catatonía eran subtipos de la misma enfermedad (ob.cit.).

Eugen Bleuler (1857-1939) identificó distintos tipos de demencia precoz, y las juntó con la idiocia adquirida, la catatonia, la demencia juvenil y la hebefrenia, asignándoles el término común “esquizofrenia”. Consideró al autismo como la característica más importante de las esquizofrenias, en el sentido de aislamiento e incapacidad de comunicación. A diferencia de Kraepelin, Bleuler pensaba que la psicología era importante para la comprensión y tratamiento de la locura. Es así que recurre al psicoanálisis freudiano para comprender los delirios y alucinaciones de los pacientes (ob.cit.)

Con el tiempo Bleuler se opuso al término demencia precoz porque no existía un deterioro paulatino de las funciones psíquicas como ocurre en el caso de la demencia senil, por lo que prefirió la palabra esquizofrenia que daba una idea del problema de integración entre el pensamiento y la emoción. Identificó síntomas fundamentales y complementarios, los primeros son: curso lento del pensamiento, aplanamiento afectivo, ambivalencia emocional y autismo; en los segundos se encuentran las alucinaciones y delirios, además de los síntomas catatónicos y las alteraciones del lenguaje.

Entre las enfermedades mentales estaba la histeria, una condición morbosa presente en mujeres con múltiples alteraciones psíquicas y corporales sin causa orgánica identificable (Dorsch, ob.cit.).

En Francia Pierre Janet (1857-1947) propone que la histeria era consecuencia de una experiencia traumática que no podía hacerse consciente. Pensaba que se debía a una constricción del campo de la conciencia debido a una debilidad psicológica de índole hereditaria. Durante la experiencia, la persona puede disociarse, es decir, romper con la realidad, luego no es capaz de recordar lo vivido. Janet formula el término “subconsciente” para explicar la disociación, lo comprende como un estado mental que se producía como un automatismo psicológico y que era responsable por actividades espontáneas inferiores a los niveles conscientes. En cuanto a la histeria, pensaba que se debía a una constricción del campo de la conciencia debido a una debilidad psicológica de índole hereditaria (Van der Kolk y Van der Hart, 1989).

Janet incluye a la neurastenia como otra entidad psicopatológica retomada de las ideas de Beard (1879), se trata de un estado nervioso con disminución de la fuerza y voluntad. Posteriormente la reemplaza por el término psicastenia, al cual refiere la escasez de voluntad con predominancia de la depresión y fatigabilidad psíquica. La relaciona con las fobias y obsesiones (Costa, 2008).

Janet plantea que si estas patologías obedecen a la alteración de los procesos psíquicos,deben ser tratadas con métodos psicológicos, por ello recurre a la asociación de ideas, puesto que cree que una idea convoca a otra no porque posean características lógicas o naturales, sino únicamente por encuentros. A esta relación asociativa entre las ideas, las denomina “mecánica mental” que hace parte de los automatismos psíquicos. Luego considera que es a través del lenguaje que se puede tomar conciencia de las asociaciones, planteando de esta manera la manera de tratar a estos enfermos (Imbriano, s/f).

En el curso de la psicastenia era posible su progresión hacia la locura, sería la expresión extrema de la disociación (Toro, 2001; Spitzer, Barnow, Freyberger y Joergen, 2006). Janet adopta una postura humanista hacia el enfermo mental en general y hacia el esquizofrénico en particular. No concuerda con el modelo médico y favorece el tratamiento psicológico que se desprende de su pensamiento (Garrabé, 2009).

Charcot (1825-1893) en el hospital de la Salpêtrière en Paris, estudia varios casos de mujeres que presentaban falsos ataques epilépticos. Fue Platón quien recurre al Mito del Timeo, que era un animal poseído por el deseo de parir, su cuerpo se agitaba en todos los sentidos como consecuencia de su frustración. Luego Hipócrates asoció el trastorno como un malestar de la mujer que Galeno confirmaría al plantear que tenía que ver con la retención del “esperma femenino”; de ahí que la palabra histeria proviene del griego ὑστέρα/ hyster (útero) (Codina, 2007).

Diferencia la histeria de la histeroepilepsia que era la manifestación de crisis convulsivas sin fundamento orgánico, agregó que la histeria podía ser secundaria a la epilepsia (Berrios y Markova, 2006). Identifica las etapas de las crisis: contracturas, contracciones y áreas anestesiadas. Encuentra como factor común que el campo visual se hacía concéntrico, definiendo a este fenómeno como el estigma de la histeria (Kurcgant, 2010).

A partir de 1877 Charcot lleva a cabo distintos experimentos con sus pacientes histéricas, utilizando magnetos y electricidad, partiendo de las ideas heurísticas de Anton Messmer (1734-1815) relacionadas con el “magnetismo animal”. Los tratamientos dieron como resultado que en varios casos los síntomas desaparecían. Posteriormente abandonó los recursos magnéticos reemplazándolos con la hipnosis obteniendo mejores resultados. Concluyó apresuradamente que la histeria era una deformación del estado hipnótico porque encontraba en ella los mismos fenómenos: alteración de los músculos, reflejos y respuestas sensoriales (Boring, ob.cit.).

Freud valora de manera superlativa la terapéutica llevada a cabo por Charcot desde la hipnosis, puesto que con ello se acababa la etapa en la cual se pensaba que era el demonio el causante de la epilepsia y las enfermedades mentales (Freud, 1893). Sin embargo, Charcot aún consideraba que la histeria estaba relacionada con el sistema nervioso. La hipnosis era un modelo de la histeria –una histeria en miniatura.

Charcot (1870/2001) sostenía la hipótesis de que la histeria sólo podía emerger en personas con el sistema nervioso debilitado. Encontró que la curación que conseguía a través de la hipnosis se asemejaba a las experiencias milagrosas, propone el término “la fe que cura” para explicar la sanación de algunas personas. Éstas tienen que poseer ciertas características, tal como ocurre en la histeria.

Sigmund Freud (1856-1939) conoce a Charcot en 1885, queda impresionado por la cura a través de la hipnosis e influido por él presentó en 1886 un artículo titulado “Histeria masculina”, en el cual expone con entusiasmo las ideas del médico francés (Breger, 2001).

Freud y Josef Breuer (1842-1925) atienden a Bertha Pappenheim, para quien Freud usa el pseudónimo Ana O., una mujer diagnosticada por Breuer como histérica, adolecía de diversos síntomas, por ejemplo sólo podía hablar en inglés y tenía el brazo derecho paralizado. Freud intentó la hipnosis pero no logró avances significativos debido a que no era un buen hipnotizador (Israëls, 1993).

Al fracasar la hipnosis Freud recurre a la asociación libre de ideas, identificando experiencias traumáticas en el pasado de Bertha. Luego desarrolla su teoría sobre el origen sexual de las neurosis y su modelo del aparato psíquico: consciente, preconsciente e inconsciente. Posteriormente aplica su técnica a otras pacientes. Sin embargo, no existe ninguna evidencia de que haya funcionado, aunque se deja llevar por sus expectativas que por los resultados y sin evidencia de éxito crea el Psicoanálisis. Israëls (ob.cit.) señala que Freud cometió dos errores éticos: la falta de fiabilidad científica y la carencia de integridad por parte del investigador.

Freud construye el Psicoanálisis a partir del concepto “inconsciente”, una entidad abstracta que se explica por la represión de los contenidos y afectos sexuales. Según esta teoría, el retorno de lo inconsciente es el causante de los síntomas neuróticos y psicóticos. Sin embargo, Freud sesgó sus análisis a partir de su modelo, descuidando otros aspectos de las experiencias traumáticas ajenas a la sexualidad, como por ejemplo en la histeria, sus pacientes tenían más sufrimiento por vivencias de pérdida (Berger, 2001). Para justificar la pertinencia de su modelo inventa el proceso de la “resistencia” según el cual, cuando elaboraba una interpretación sobre los síntomas de su paciente y éste la rechazaba, en lugar de cuestionar el modelo, Freud afirmaba que el paciente sufría de una resistencia debido a que era insoportable para la conciencia reconocer el origen del trauma (Meyer, 2007, págs. 289-290).

La histeria paulatinamente fue relegada en el campo de la psiquiatría hasta que finalmente ha sido retirada de los manuales clínicos, v.g. DSM-IV TR, CIE 10 (Mazzuca, 2005). Lacan asocia la histeria al amor al padre (Schejtman y Godoy, 2008), según este autor, la mujer se identifica con un varón desde el que se pregunta sobre la identidad femenina. Tales especulaciones son frecuentes en los lacanianos donde todo se interpreta y todo se explica en el afán de “leer” nuevamente a Freud, se usa una falacia para explicar otra, de tal manera que se construye un conjunto de conceptos inaccesibles dentro de una lógica impecable pero que parte de premisas equivocadas, por ejemplo: “Lacan afirmaba: Freud nos dijo que x, luego de lo cual proponía una interpretación de su cosecha, la mayoría de las veces influenciada por la última filosofía del momento” (Borsch-Jacobsen, 2007, pág. 200).

Freud incursiona en la explicación de la psicosis a partir del estudio de Daniel Paul Schreber, un magistrado que padeció de esquizofrenia y que Freud jamás conoció personalmente. Freud analiza el caso a partir de las Memorias del funcionario estatal. La conclusión a la que llega es que la paranoia es causada por la represión de la homosexualidad, y que ésta a su vez se relaciona con los conflictos con el padre. A partir de esta conclusión, el Psicoanálisis la generaliza (Sulloway, 2007).

Eschenröder (1987) mostró que las interpretaciones sexistas del caso Schreber no tenían asidero en los hechos sino en las especulaciones del psicoanalista a partir de sus prejuicios teóricos. La consecuencia de la concepción freudiana de la psicosis en general y de la esquizofrenia en particular es que derivó en culpabilizar a la madre como generadora de un entorno frío con el hijo y al padre por su distanciamiento y autoritarismo (Soler, 2002)

El Psicoanálisis se considera un conocimiento ajeno a la ciencia psicológica, responde a una epistemología racionalista y se constituye en crítico de la ciencia positivista (Braunstein, Pasternac, y Benedito, 2002). Popper lo considera un ejemplo de falsa ciencia, debido a que sus premisas no pueden ser falseables (Popper, 2000). Popper plantea que el Psicoanálisis es una falsa ciencia que al pretender explicar todo no logra explicar nada, las teorías freudianas no pueden estar equivocadas por lo tanto no poseen la característica fundamental del conocimiento científico: la probabilidad de error.

Popper propone el siguiente aforismo: La perspectiva errónea de la ciencia se descubre por su avidez de ser verdadera. Es así que la ambición del creador del psicoanálisis se impuso ante la posibilidad de equivocación de sus teorías, si una demostraba estar equivocada inmediatamente era justificada por una nueva y así sucesivamente hasta llegar a los axiomas fundamentales del psicoanálisis: la existencia del inconsciente y la energía que regula el aparato psíquico, la libido.

Adler y Jung fueron los discípulos más importantes que tuvo Freud, sin embargo rompe con ellos debido a la oposición que tuvieron hacia su idea de libido. Adler propuso la voluntad de poder como una energía más importante que la sexual y Jung considera la existencia de una energía psíquica general que incluye a la libido como la fuerza que mueve a la mente humana. Además de las correcciones que ambos hicieron con el concepto del inconsciente, el primero minimizándolo como una inconsciencia temporal y el segundo subyugándolo al inconsciente colectivo (Roazen, 1978).

Ante el riesgo de que las ideas freudianas fueran modificadas o refutadas, Freud creó un comité para protegerlas, el mismo estuvo conformado por Otto Rank, Karl Abraham, Max Eitington, Ernest Jones, Sandor Ferenczi y Hanns Sachs. Sin embargo, no fue posible detener el surgimiento de nuevas escuelas provenientes de las disidencias de freudianos: Wilhelm Stekel, Wilhelm Reich, Melanie Klein, Karen Horney y otros (Roazen, ob.cit.)

Tanto el Psicoanálisis freudiano como el resto de corrientes dinámicas afectaron negativamente al estudio de la esquizofrenia, la vida de las personas diagnosticadas con esta enfermedad y a sus familias. Con el énfasis puesto en el pasado y en el trauma se concluyó que la esquizofrenia es producto de ellos.

La esquizofrenia no es un trastorno claramente comprendido, lo más probable es que se trate de la denominación de distintas entidades. Los psicoanalistas ortodoxos se aferran desesperadamente a su concepción teórica en vez de actualizar su conocimiento en función a los avances neurológicos y psicológicos que se vienen haciendo al respecto. La consecuencia es el daño que se hace a los pacientes y a sus familias al pretender que poseen el conocimiento suficiente para explicar y tratarla. Afirman que la causa es psicológica, una especie de extensión de la neurosis (Gross, 1978)

May y Tuma (1965, 1968) llevan a cabo uno de los primeros estudios sobre la efectividad de los tratamientos psicoterapéuticos aplicados a la esquizofrenia. Investiga el efecto de la psicoterapia en 228 esquizofrénicos del Hospital Estatal de Camarillo (California). Agrupó a los pacientes en cinco grupos: el primer grupo recibió solo terapia individual, en el segundo se les administró drogas antipsicóticas, al tercero se les administró ambos métodos, en el cuarto los pacientes recibieron terapia electro convulsiva y al quinto no se le administró ningún tratamiento. Los resultados mostraron el fracaso general de la psicoterapia y los beneficios de las drogas.

Malmberg y Fenton (2001) han llevado una revisión pormenorizada de diversos estudios acerca de la eficiencia y efectividad de la psicoterapia psicoanalítica como tratamiento prioritario en la esquizofrenia, para tal fin leyeron los siguientes reportes: Biological Abstracts (desde 1985 hasta 1999), CINAHL (desde 1982 hasta 1999), la Cochrane Library CENTRAL (Número 1, 1999), el Registro del Grupo Cochrane de Esquizofrenia (Cochrane Schizophrenia Group) (2000), Dissertation Abstracts On disc (desde 1866 hasta 1999), EMBASE (desde 1980 hasta 1999), MEDLINE (desde 1966 hasta 1999), National Research Register (2000), PsycLIT (desde 1974 hasta 1999) y Sociofile (desde 1974 hasta 1998), entrevistaron a los autores de las investigaciones.

La síntesis del estudio indica: “Tomar medicación es más eficaz que la terapia psicodinámica para lograr el alta del hospital. Si bien todos los datos restantes son escasos, no hay ninguna sugerencia de que exista un efecto beneficioso de la terapia psicodinámica para las personas con esquizofrenia, excepto si se considera la no administración de medicamentos adicionales durante 12 meses a tres años después del alta” (pág. 10)[1].

El modelo biológico en el Psicoanálisis fue reemplazado por un modelo mecanicista-racionalista que no ofrece la garantía científica que posibilite la comprensión y tratamiento de las personas diagnosticadas como esquizofrénicas. Szasz (1996) añade que la psicoterapia posee una condición moral y política que no puede ser soslayada en este análisis. El psicoterapeuta asume una posición de poder que define lo correcto e incorrecto en la forma de ser del paciente a la vez que puede determinar su destino a través de sus recomendaciones, por ejemplo, definiendo o no una internación en contra de su voluntad.

La psicoterapia fundada por el Psicoanálisis promueve el saber ineludible del terapeuta mientras que el paciente se encuentra en una posición de absoluta indefensión ante las interpretaciones teóricas que le son impuestas. El problema además de plantearse a un nivel político (Haley, 2005) se suscita a nivel ético (Moussaieff, 1993). En el sentido ético se trata perjudicar al paciente cuando se utiliza un recurso teórico y técnico no confiable (França-Tarragó, 1996).

Mientras en Alemania se discutía la pertinencia del idealismo kantiano, en los Estados Unidos de Norteamérica el debate estaba centrado entre la escuela estructuralista de Edward Titchener (1867-1927) y el Funcionalismo de James Angell (1869-1949) John Deway (1859-1952).

El Estructuralismo plantea que el objeto de estudio de la Física no puede ser el mismo para la Psicología porque esta última está interesada en la experiencia mientras que la primera estudia el mundo sin considerar al ser humano. La conciencia es considerada la suma total de los procesos mentales que acontecen aquí y ahora, tanto la conciencia como la mente dependen del sistema nervioso (Titchener, 1898).

El método de estudio de la conciencia es la introspección, considerada una manera especial de observación por parte del propio ser cognoscente porque es el único que puede dar cuenta de ella, por lo tanto la experiencia es dependiente del individuo que la posee. Se debe evitar el error del estímulo cuando se abandona el punto de vista psicológico durante el acto perceptivo (Titchener, 1912; Washburn, 1922).

Por su parte el Funcionalismo estaba más preocupado con el cambio social que con los contenidos de la conciencia (Boring, ob.cit.). Dewey parte del evolucionismo darwiniano y Angell de postulados pragmáticos. El Funcionalismo critica los artificios teóricos creados por el Estructuralismo, en vez de ello propone una ciencia de la función mental. El propósito del Funcionalismo es describir los procesos involucrados en la experiencia consciente como recursos de adaptación al medio, se trata de una Psicología de las operaciones mentales en vez de los elementos mentales que proponía el Estructuralismo (Angell, 1907).

Para el Funcionalismo no existe división entre sensación y movimiento, ni entre el pensamiento y las cosas, la dicotomía mente/cuerpo también es una falacia, los procesos mentales interaccionan con el medio y el organismo. Los procesos mentales no pueden separarse de las condiciones donde se producen, por lo que se origina la Psicología Aplicada (Heidbreder, ob.cit.).

Mientras Titchener estaba preocupado con apartar a la Psicología de la Metafísica, Williams James (1842-1910) esperaba que la Psicología se constituyese en una nueva ciencia. Critica al estructuralismo debido a su enfoque atomista, para James la conciencia es un flujo de contenidos. Contraría al racionalismo cuando plantea que el intelecto es uno más de los fenómenos psíquicos encargados de organizar la realidad, se debe buscar la manera de comprender todos los procesos inmiscuidos en la experiencia sin desmerecer unos de otros (Heidbreder, ob.cit.).

Es así que dirige su atención al estudio de las emociones, en su famoso artículo “What is an emotion?”(1884), explica que la emoción es resultado de la acción, en otras palabras: la reacción fisiológica ante el estímulo era la que provocaba la emoción; por ejemplo: nos enfadamos porque golpeamos, estamos tristes porque lloramos. No es posible, señala, separar a la mente del cuerpo. James anuncia la debacle del cartesianismo.

En relación al Psicoanálisis, James expresó en “Principios de Psicología”: “[…] me dio la impresión [refiriéndose a Freud] de ser un hombre obsesionado por sus ideas fijas. No me sirven de nada sus teorías sobre los sueños, y es evidente que el simbolismo constituye un método extremadamente peligroso” (En: Kerr, 1993, pág. 236).

James escribe que la conciencia posee cuatro características esenciales: es personal, dinámica, continua y selectiva. Estas particularidades la definen como un fenómeno singular por lo que no pueden generalizarse los fenómenos concienciados sino deben ser entendidos en cuanto a la experiencia privada de cada ser humano. La comprensión de la conciencia desde la óptica funcionalista de James propone una Psicología de la singularidad en vez de una ciencia de las generalidades (Boring, ob.cit.).

Stanley Hall (1844-1924), estudiante de James en Harvard, trabajó dos años en el laboratorio de Wundt en Leipzig, fue influenciado por la filosofía de John Stuart Mill, sobre todo en el sentido de la libertad individual y los derechos humanos. Construye lo que él llamó “Psicología genética”, plantea la ley de la recapitulación, según al cual la ontogenia reproduce la filogenia, es decir, que el desarrollo humano es similar a la evolución de las etapas históricas, de tal manera que el niño será como un ser humano primitivo que evolucionará hacia la madurez que se asemeja a la civilización.

Hall es el primer psicólogo en centrarse en los conflictos del adolescente, considera que la adolescencia es una etapa de “tormenta e ímpetu”, es una etapa de renacimiento porque el adolescente deja de ser un niño primitivo para convertirse en un ser humano civilizado. Estos cambios están asociados a conflictos emocionales que lo convierten en un ser vulnerable (Grinder y Strickland, 1963).

A diferencia de James, Hall alentó el desarrollo del Psicoanálisis en los Estados Unidos, sobre todo debido a su interés en investigar sobre otros métodos de investigación que reemplazaran la ineficacia de la introspección. Otra área de investigación que le interesó fue la Psicología pavloviana (Boring, ob.cit.)

Desde diversos enfoques la adolescencia es considerada una etapa caracterizada por el conflicto personal y social, visión que se ha visto reforzada los últimos años por los estudios de la terapia familiar sistémica que enfatizan la aparición de síntomas graves durante ella (vg. Haley, 1992). En las culturas occidentales es el momento clave para la emancipación y la desvinculación familiar, lo que conlleva necesariamente a una reorganización del sistema familiar.

La vulnerabilidad al estrés presente en la esquizofrenia es más aguda durante la adolescencia, lo que explicaría la mayor prevalencia de brotes psicóticos en esas edades. Haley (1992) considera que la emancipación de la familia por parte de los jóvenes ocasiona un desequilibrio importante en la estructura familiar, por lo que en aquellas donde es imposible o difícil la independencia, el joven puede desarrollar síntomas para equilibrar el sistema familiar y evitar la desvinculación.

Un movimiento muy influyente en la Psicología contemporánea fue el desarrollado por los psicólogos guestálticos: Wertheimer (1880-1943), Köhler (1887-1949) y Koffka (1886-1941). Científicos interesados en explicar la percepción y el aprendizaje, para tal fin elaboraron distintos experimentos para comprender la percepción visual y el movimiento, además de utilizar simios para dilucidar los procesos de aprendizaje (Heidbreder, ob.cit. Boring, ob.cit.). Resultado de estas investigaciones fue el desarrollo del modelo holístico, según el cual el todo es más que la suma de sus parte.

La epistemología de la Psicología de la Gestalt se presenta como una transgresión a los modelos causales y asociacionistas de la psicología imperante. Goldstein (1875-1965) postuló que las enfermedades mentales deberían considerarse desde una perspectiva holística, en el sentido que no afectaban solamente funciones aisladas del enfermo, sino que incidían sobre la totalidad de la persona.

La perspectiva holística de Kurt Goldstein permitió observar al paciente como una persona íntegra y no solamente como el portador de un trastorno, es así que Goldstein identifica la tendencia del esquizofrénico hacia la conducta catastrófica en presencia del fracaso, esto es, los pacientes tenían una bajísima tolerancia a la frustración que conllevaba a la manifestación de estados depresivos que se sumaban a la presencia de los síntomas psicóticos. Goldstein fue el principal responsable para identificar y preocuparse por los “síntomas negativos” de la esquizofrenia: pobreza afectiva, alogia – deterioro del pensamiento, abulia y apatía, anhedonia -incapacidad de disfrutar-, alteraciones de la atención (Castilla del Pino, 2007).

En 1903 en la ciudad de Chicago, John B. Watson discípulo del funcionalista James Angel, presentó su tesis sobre la psicología y neurología de la rata blanca. A partir de sus investigaciones en conducta animal, propuso una psicología objetiva a la cual denominó Behaviorism, término traducido al castellano como Conductismo (Boring, ob.cit.)

Según Watson, la Psicología debería establecerse como una ciencia natural y como tal responder a la filosofía positivista. La visión de Watson es determinista en relación al ambiente. Para sus supuestos, es innecesaria la conciencia, lo que no se puede observar no se puede medir. El Conductismo de Watson se expresa como una crítica mordaz al introspeccionismo del modelo estructuralista, el cual considera que fracasó rotundamente en Wurzburgo con la escuela de Külpe.

Para Külpe, existen procesos psicológicos que no pueden ser analizables desde la experimentación, desarrolla el concepto de “pensamiento sin imágenes” para referirse a ellos, la única manera de investigarlos es a través de la introspección (Kriz, 2007).

Es posible identificar una dicotomía entre el pensamiento conductista radical de Watson y la propuesta cualitativa de Külpe. Para el primero la Psicología sólo puede dar cuenta de lo observable, para el segundo la Psicología debe encargarse de estudiar la conciencia y ésta sólo puede conocerse a través de la introspección.

El Conductismo de Watson apartó a los psicólogos experimentales de las consideraciones biológicas de la esquizofrenia, y por supuesto a las especulaciones psicodinámicas.

B.F. Skinner (1904-1990) promoverá la introducción del modelo de la triple relación de contingencia como recurso en la terapia de la conducta. Posteriormente Ayllón y Azrin desarrollarán un sistema de intervención terapéutica denominado “economía de fichas” para el control de las conductas desadaptadas de los esquizofrénicos (Dickenson, Tenhula y Green-Paden, 2005).

Las posturas radicalistas del Conductismo incrementaron la escisión entre la Psiquiatría y la Psicología, ambas se empecinaron en desacreditarse, como consecuencia las personas aquejadas de psicosis quedaron expuestas a las disputas científicas entre la biología y la psicología. Quienes se beneficiaron de la batalla fueron los psicoanalistas que banalizaban el enfoque organicista y deploraban las posturas conductuales.

Concomitante a la desaforada búsqueda de dominio epistemológico, el mundo contemplaba el vacío existencial ocasionado por la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento del “imperialismo” que dio lugar a una de las guerras más absurdas de la historia: la Guerra de Vietnam.

El Humanismo de Buber (1878-19650) y el Existencialismo de Sartre (1905-1980) , calaron en el espíritu revolucionario de una juventud desesperada ante la decadencia de la generación de sus padres. Requerían referentes que les devolviera la esperanza de vivir, lo encontraron en las ideas irreverentes de Herbert Marcuse.

Marcuse (1971) sintetiza las teorías freudianas con el pensamiento marxista, propone que la civilización ha convertido en un fetiche la conciencia humana, convirtiendo las necesidades de supervivencia en necesidades ficticias. La única opción para salir del atolladero capitalista es la lucha por la libertad.

La Psicología europea se vio influida por el existencialismo psicológico de Viktor Frankl, sobreviviente del holocausto (1905-1997) y la estadounidense por la Psicología Humanista de Carl Rogers (1902-1987). El primero propone una psicología dirigida a la comprensión del sentido de la vida (Frankl, 1999), el segundo con una ciencia humanista preocupada por la normalidad (Rogers, 1997).

El máximo exponente de la condición humana en un mundo ficticio es el surgimiento de la Terapia Guestáltica generada por Fritz Perls (1893-1970). Sintetiza el abordaje existencialista con el pensamiento oriental del zen budismo y la psicología del carácter que enfatiza la corporalidad desarrollada por Wilhelm Reich. (Perls, 1976).

Perls afirma tácitamente que la Terapia Guestáltica no es para enfermos sino para gente normal coincidiendo con la postura Humanista-Existencial. De lo que se trata es de retraerse de la ideología imperante para involucrarse con las sensaciones en el aquí y ahora.

Paralelamente al surgimiento del existencialismo Milton H. Erickson (1901-1980) modifica la concepción de la psicoterapia al retomar a la hipnosis y el desarrollo de técnicas directivas. Propone que la terapia debe ajustarse a la persona por lo que no debería construirse una teoría general. Promueve el trabajar con los recursos del paciente en vez de la imposición de criterios teóricos (Gorton, 2005).

Como consecuencia de estos movimientos se produce una nueva manera de pensar sobre la locura, lo que dará lugar a la Antipsiquiatría. Surge en tres lugares: Estados Unidos, Inglaterra e Italia. El término fue acuñado por el psiquiatra David Cooper en 1967 como respuesta a las técnicas de tratamiento electroconvulsivas (electrochoque) y quirúrgicas (lobotomía) y a los efectos secundarios de los medicamentos antipsicóticos (sobre todo la clorpromazina).

El británico Ronald Laing considera que la esquizofrenia se produce por un yo destruido por la presencia de padres esquizofrenizantes, se trata de un yo incapaz de encontrarse a sí mismo por lo que se organiza un yo carente de sustancia, desencarnado, sin realismo porque no posee otro yo que lo acompañe (Laing, 1984).

Laing a la par que Thomas Szasz considera que la esquizofrenia debería dejar de ser considerada una enfermedad. Szasz señala que una conducta perturbadora no necesariamente es una enfermedad. La conveniencia por tratar a la esquizofrenia como una enfermedad radica en la necesidad de poder de la medicina (Szasz, 1996).

Para Szasz la Psiquiatría es una falsa ciencia que utiliza la jerga médica para justificar el abuso de poder. Coincide con Erving Goffman (1970, 1990) al plantear que las definiciones pseudocientíficas del psicoanálisis y de la psiquiatría lo único que hacen es victimizar a la persona y arremeter contra sus derechos humanos.

En Italia, Franco Basaglia (1924-1980) comandó el movimiento antipsiquiátrico que produjo la liberación de los pacientes de centros de internación. Este activista italiano fue el precursor de la ley 180 aprobada en 1978, según la cual nadie puede ser internado en contra de su voluntad, además de el desmantelamiento paulatino de los hospitales psiquiátricos. Más de cien mil personas fueron liberadas gracias a la ley (Campuzano, 2004).

En síntesis, la Antipsiquiatría propone que la esquizofrenia tiene un origen social, de lo cual se deriva la represión de los psicóticos gestada por los sistemas hospitalarios dominantes, para conseguir dicha represión, la Psiquiatría utilizó la jerga médica para justificar sus tratamiento inhumanos, por último, la solución principal es el desmantelamiento de los sistemas hospitalarios y la erradicación de las teorías que intentan enfermar a las personas internas en dichos sistemas.

En Latinoamérica se vivieron las consecuencias de los abusos cometidos en contra de los pacientes psiquiátricos, todo comenzó con la llegada de los españoles y la imposición de su ideología a nuestros aborígenes. En 1852 se funda la Casa de Orates en Santiago de Chile con la función de encerrar a los “enajenados”, quienes se encargaban de su cuidado eran los vecinos, puesto que se consideraba un deber civil el hacerse cargo de ellos. Los desdichados violentos eran destinados a cárceles, las mujeres terminaban en conventos, y sólo los que poseían riquezas podían ser internados en hospitales de Lima (Parada y Garriz, 2010)

En Bolivia, todo comenzó con la construcción del Frenocomio en la parte trasera del Hospital de Sucre durante la constitución de la Real Audiencia de Charcas. En 1846 un decreto del reglamento de hospitales señala: “Los locos furiosos o dementes que vagaren por las calles y los campos se recogerán en los hospitales para cuidarlos, siempre que no tengan deudos que puedan asistirlos. Teniéndolos, se les obligara a recluirlos en sus casas. De no ser recluidos enlos hospitales, sus casas deberían convertirse en lugares de asilo y sus familiares en instrumentos de contención” (En: Sociedad Boliviana de Psiquiatría, 2011).

Durante la presidencia de Gregorio Pacheco (1822-1899) con sus propios recursos construye el Manicomio de Sucre, según dijeron para internar a su abuela materna. El manicomio es habilitado el 28 de octubre de 1888. En él se desarrollan programas de atención médica supervisados por la sociedad Humanitaria de San Vicente de Paúl (Sociedad Boliviana de Psiquiatría, ob. cit.).

En 1918 el gobierno municipal de Sucre toma la decisión de rehabilitar el Manicomio Pacheco. Sin embargo, recién en 1926 se entrega formalmente el Manicomio Nacional de Varones o Instituto Nacional de Psiquiatría de la ciudad de Sucre. El primer médico psiquiatra a cargo del mencionado hospital fue Nicolás Ortiz Antelo. En 1893 se inaugura la primera cátedra de psiquiatría en la facultad de Medicina de La Paz a cargo de Enrique Hertzog. En 1933 se instaura el tratamiento químico de los pacientes del Manicomio de Sucre utilizando una solución en base a bromuro, sin embargo, a los pacientes violentos se los inmovilizaba utilizando la camisa de fuerza (ob.cit.).

En 1938 Emilio Fernández introduce la terapia electro – convulsiva y la terapia con insulina, además se recurre a la “malariaterapia”. Jaime Mendoza y Belisario Salinas publicarán los primeros textos sobre tratamientos psiquiátricos y psicológicos vigentes en la época. En 1964 se crea la Clínica de Psiquiatría en la Caja Nacional de Seguridad Social y en 1970 en Cochabamba la Clínica Virgen de los Remedios a cargo de los Hermanos de San Juan de Dios. A la par en 1969 se crea el Centro de Adaptación Infantil en la ciudad de La Paz, para la atención de niños con retardo mental (ob.cit.).

Durante la década de los 70 llegan a Bolivia varios médicos psiquiatras bolivianos especializados en diversos países del extranjero, trayendo consigo las innovaciones que se establecieron en Europa y Estados Unidos. Algunos resultaron ser discípulos de las últimas camadas ortodoxas de la Psiquiatría y otros, en cambio producto de los movimientos anti psiquiátricos.

Los psiquiatras tienen aún la hegemonía en la atención de pacientes esquizofrénicos, recién en 1987 se integra oficialmente un equipo de psicólogos y psiquiatras para trabajar en el tratamiento de los pacientes esquizofrénicos y adictos en la Clínica Promesa en la ciudad de La Paz. El proyecto fracasa, sin embargo fue el origen del desarrollo de la Terapia Familiar a cargo de Mario Sánchez quien lideró el equipo de profesionales que se embarcó en la constitución del Instituto Boliviano de Terapia Familiar con una visión sistémica.

La concepción de la esquizofrenia en nuestro medio está sesgada por el enfoque que el profesional tenga acerca de ella, puede ser radicalmente organicista o al extremo sustancialmente psicologista. No se organizan seminarios para la discusión del tema, sino que se establecen grupos cerrados de profesionales que alientan sus ideas sin permitir la crítica desde otros grupos. Lo más lamentable es la ausencia de investigaciones científicas sistematizadas que puedan dar luz acerca de la concepción del problema desde las diversas culturas que posee nuestro país.

La evolución epistemológica después de la revolución antipsiquiátrica ha estado marcada por los avances tecnológicos en las neurociencias. La epistemología predominante es la neopositiva, marcada por la filosofía de B. Russell y K. Popper. Surgen los cuestionamientos al positivismo, sobre todo en el ámbito ético: el fin no puede justificar los medios. Se plantea una revisión al concepto de ciencia, resaltando el método y la inmanente incertidumbre que surge de ella, se abandona la idea de verdad absoluta por la de verdad incierta asociada a la característica sustancial del método científico: la falseabilidad.

Delay y Deniker (1952) en Francia fueron los primeros en investigar la bioquímica en pacientes esquizofrénicos a través del uso de la clorpromazina, el efecto de esta droga era la disminución de la hiperactividad en pacientes inquietos y activar a los inactivos, la consecuencia terapéutica fue que más de cien mil pacientes no requirieron internación en los Estados Unidos. Dos décadas después se incrementaron los descubrimientos en el ámbito farmacológico: fenotiazinas, tioxantinas, butirofenonas. De la última se fabricó el haloperidol, estableciéndose como el fármaco más utilizado en el manejo de los síntomas positivos de la esquizofrenia (Flores, 1993).

El énfasis neurobiológico se profundizó con el descubrimiento de Carlsson y Lindqvist en 1963 sobre el antagonismo con la dopamina que poseían los medicamentos antipsicóticos. Matthysse en 1974 confirmó el excedente dopaminérgico en el sistema nervioso de los esquizofrénicos (Saiz, De la Vega y Sánchez, 2010). Posteriores estudios confirmaron que la falla neuroquímica en la esquizofrenia está relacionada con el excedente dopaminérgico, producido por una falla en la enzima monoaminooxidasa (Goetz y Klawans, 1984).

El movimiento antipsiquiátrico permitió el desarrollo de investigaciones psicológicas, de tal manera que dentro del paradigma conductual surgió el concepto de estrés (establecido por Selye en 1935) y pronto se lo relacionó con la esquizofrenia.

Selye comprendía al estrés como una respuesta inespecífica del organismo ante cualquier exigencia. De lo que se desprende que el estrés está asociado a la presión social. En la concepción cognitiva comportamental, se define al estrés como el resultado de la relación entre el individuo y el ambiente, al que se le atribuye la condición de amenazante, excede sus recursos de control y arriesga su bienestar (Lazarus, 1966).

El estrés es una respuesta fisiológica de emergencia ante una situación de la cual la persona no puede escapar. Su presencia se identifica por una excesiva tensión muscula relacionada con las ingentes cantidades de epinefrinas que se segregan. Esto obliga a la activación de la monoaminoxidasa y el ácido gamma aminobutírico (GABA) para regular la producción de dopamina, además de la expulsión al sistema nervioso de cortisol.

Mehl (1962) fue el primero en publicar un artículo donde relacionaba al estrés con la manifestación de la esquizofrenia. Nuechterlein y Dawson en 1984 propusieron el término “vulnerabilidad al estrés” para referirse a uno de los factores precipitantes de los brotes psicóticos en la esquizofrenia (En: Godoy y cols., 1995). Los estudios al respecto, muestran que la personalidad premórbida, los condicionantes sociales (familia y relaciones interpersonales en general) y la protección de la familia asociados a experiencias estresantes, predisponen al surgimiento de los cuadros psicopatológicos de la esquizofrenia.

Es interesante observar que el auge sobre las investigaciones del estrés se enmarca en un momento histórico en el cual se da relevancia al trabajo y el aparecimiento de las “culturas organizacionales”. El capitalismo y la globalización inciden directamente en la deshumanización de los trabajadores. Se produce una alienación de las competencias y potenciales vocacionales para favorecer la producción. Producto de este proceso de frustración de la realización personal es el burnout como expresión radical de la desesperación humana ante la imposibilidad de ser auténtico en una sociedad que promueve la aniquilación de la felicidad (Roth y Pinto, 2010).

Paralelamente se comenzó a cuestionar a las psicoterapias tradicionales y dirigir la atención al entorno de los pacientes. Jackson (1980) en Palo Alto recopila la información relacionada con las explicaciones sobre el origen de la esquizofrenia y plantea como un factor importante la interacción de la persona con su familia. En ese sentido recupera el concepto de “doble vínculo” o “doble ligadura” introducido a la psicología de la familia por Bateson, y lo enmarca dentro de la causa predominante en el sistema comunicacional patológico de las familias con hijos esquizofrénicos.

El doble vínculo se refiere a la incongruencia entre el mensaje digital y el analógico, lo que ocasiona confusión en el receptor, de tal modo que se paraliza puesto que no sabe a cuál de los dos niveles obedecer. Por ejemplo, la madre que dice sonriendo que está molesta. (Pinto, 1995).

En Milán, Mara Selvini-Palazzoli (1995) desarrolla una investigación sobre los juegos en las familias con hijos psicóticos. Concluye que la familia recurre a sistemas de reglas y estilos de comunicación para encubrir los conflictos conyugales promoviendo la aparición de síntomas que cumplirán la función de equilibrar el sistema familiar. Este planteamiento será aplicado posteriormente a la terapia de los trastornos de alimentación.

Uno de los problemas en el tratamiento de la esquizofrenia es la definición que se hace de ella en el campo psicoanalítico. Por ejemplo, Ipar (2005) expresa esta idea de la locura: “La psicosis se entiende como un espectáculo inquietante y misterioso que se despliega ante la mirada fascinada de la ciencia”. La concepción que tienen los psicoanalistas de la ciencia está sesgada por la aseveración de que la prolijidad lógica otorga validez científica al psicoanálisis (De Kruyff, 2004).

En el siglo XX la postura más radical en torno a la etiología psicodinámica ha sido la concepción psicoanalítica de los trastornos mentales, ésta se restringe a tres grupos: “neurosis”, “perversión” y “psicosis”, negando cualquier patología que no responda a sus criterios, es así que niega rotundamente la existencia de trastornos de personalidad y asume la explicación psicodinámica del autismo y la esquizofrenia entre otras alteraciones psicológicas (Meyer, 2007).

Freud no simpatizó con el término “esquizofrenia”, prefería “parafrenia” porque se relacionaba mejor con la idea de paranoia. La paranoia se podía explicar desde el marco referencial de la represión, lo mismo que en el caso de la obsesión. Subrayó que la base de la paranoia era la renegación, entendida como un mecanismo de defensa que rechaza el reconocimiento de la realidad de una experiencia traumatizante, fundamentalmente aquella referida a la ausencia de pene en la mujer (Laplanche y Pontalis, 1980)

Lacan restringe el estudio de los trastornos psicóticos a la paranoia, pues considera a los fenómenos psicóticos irrelevantes en relación al delirio (Muñoz, 2008). Para Lacan, la paranoia no puede tener una base orgánica, sino que surge por asociaciones mórbidas. Se aparta decididamente de las investigaciones neurobiológicas y se centra en un análisis lingüístico singular de los delirios esquizofrénicos. Concluye que la psicosis es producto de la fijación de la libido en los objetos. Esto ocurre por tres complejos: destete, intrusión y Edipo, cada uno implicado en las relaciones maternas, fraternas y paternas respectivamente (Álvarez, 1985).

Las posturas radicales no impidieron el desarrollo de la investigación científica de la esquizofrenia. Tabares-Seisdedos y Rubenstein (2009) indican que no es posible ignorar los logros en la investigación genética en cuanto a los estudios sobre la esquizofrenia y el autismo. Los últimos estudios genéticos han encontrado una asociación entre una variación en el gen Neuregulin-3 que se encuentra en un locus del cromosoma 10q22-q23 (Fallin y otros, 2003; Chen y otros, 2009). El equipo de investigación identificó setenta y tres síntomas de la esquizofrenia en varios grupos en función de los siguientes factores: engaño, afectividad, escolaridad, propios de la adolescencia, sociabilidad, desorganización, discapacidad y presencia de alucinaciones. Posteriormente, se recurrió a analizar las muestras genéticas de cuatrocientas cincuenta personas con esquizofrenia y sus padres, además se consideraron personas sin relación con los pacientes.

Al estudiar la carga genética de familiares con algún miembro esquizofrénico en caucásicos, afroamericanos, japoneses y chinos se encontró que el locus 8p21.2-p21.1 está vinculado con las manifestaciones esquizofrénicas (Fallin y otros, 2010).

Los estudios familiares muestran que los familiares en primer grado tienen diez veces más de posibilidades de manifestar esquizofrenia en relación a la población normal. Los estudios de adopción muestran la presencia de mayor prevalencia del trastorno en hijos de padres biológicos esquizofrénicos educados por padres adoptivos no esquizofrénicos, comparados con los hijos adoptivos de padres biológicos que no expresaban esquizofrenia. Además se ha demostrado que el educarse en una familia con un miembro esquizofrénico no incrementa el riesgo de padecer esquizofrenia (Ketty, 1983)

En las investigaciones de gemelos se ha encontrado que la concordancia entre gemelos dicigotos es del 14% mientras que entre monocigotos oscila entre el 40 al 50%. Esto señala que el gemelo sin esquizofrenia poseería un genotipo no expresado. El estudio de gemelos monocigóticos criados en distintas familias mostró que la concordancia se mantenía a pesar de los diferentes ambientes postnatales (Martínez, Cuesta y Peralta, 1997).

Es factible atribuir el 85% de causa genética a la esquizofrenia. El 15% ambiental tendría que ver con los factores ambientales (Martínez, Cuesta y Peralta, ob.cit.). Además de las causas es importante señalar los avances en el estudio de los efectos. Uno de los más notables es la pérdida ambigua (Boss, 2011).

La pérdida ambigua hace referencia a un proceso de duelo inconcluso debido a que la persona no ha muerto, está presente pero ha dejado de ser la de antes. Esta experiencia produce desazón y tristeza en los familiares. Tanto la esquizofrenia como la demencia de Alzheimer son los mejores ejemplos de este duelo (Boss, ob,cit.).

Godoy y otros (ob.cit.) informar acerca de la prevalencia de ansiedad en el ambiente familiar de los esquizofrénicos, lo que puede explicarse a través de la teoría de la “emoción expresada” desarrollada por el Instituto de Psiquiatría Social de Londres (Brown y otros, 1962). Brown, Birley y Wing (1972) utilizan por primera vez el término “emoción expresada”; Vaughn y Leff (1976) crean la Entrevista Familiar de Camberwell donde se definen los factores que componen a la emoción expresada: criticismo, hostilidad y sobre implicación emocional. Si bien, se identificaron además “calor” y “comentarios positivos”, éstos no tuvieron relación estadística con las recaídas.

El criticismo hace referencia a comentarios críticos del familiar hacia el esquizofrénico, entrañan una evaluación negativa de sus comportamientos. La hostilidad implica una apreciación negativa generalizada hacia la persona y no solamente a sus conductas. La sobre implicación emocional es la respuesta emocional exagerada hacia el paciente, con intentos de controlar las conductas bizarras, hace referencia además a la desesperanza, sobreprotección, sacrificio de sí mismo y la expresión emocional intensa. (Becerra, 2008).

Actualmente vivimos en el paradigma del post modernismo, el cual se establece como una respuesta crítica a la sobrevaloración de la razón, cuestiona la realidad (Watzlawick, 2003), promueve la subjetividad y cuestiona al progreso (Lyotard, 1987). Las consecuencias de este paradigma en la psicología no tardaron en manifestarse. Por ejemplo, la investigación cualitativa adquiere tanta validez como la cuantitativa (Denzin y Lincoln, 2005).

La investigación cualitativa favorece la profundización de los procesos subjetivos asociados con la experiencia de los pacientes y de los familiares. La metodología narrativa es uno de los recursos de investigación más idóneos en la recolección de información que no se ve afectada por la interpretación del investigador (Kohler, 2008).

Otra forma de abordaje proveniente del modelo cualitativo es la fenomenología, desde esta perspectiva se identifican siete áreas de indagación en la experiencia del esquizofrénico: la autoconciencia e implicación en el mundo, la corporalidad, la corriente de conciencia, la delimitación y permeabilidad del yo y la reorientación existencia (Pérez, M., García, J., Sass, L., 2010).

La neuropsicología clínica también aporta conocimiento desde el estudio de caso, por ejemplo se determinó alteraciones en la integración y regulación de la información en pacientes esquizofrénicos (Pinto y Peñaloza, 2004) a partir de la evaluación neuropsicológica del modelo de Luria.

Este ensayo ha pretendido demostrar la indisoluble relación entre la esquizofrenia y los modelos teóricos imperantes en la historia. No podemos ver sino aquello que hemos aprendido a ver. Nada escapa a esa especie de “agujero negro” que es la socio historia, ningún concepto y ningún fenómeno puede verse excluido de la mirada silenciosa del relativismo cultural. Los científicos somos personas que nos desarrollamos en medio de los conflictos sociales que definirán nuestros valores. La investigación no puede ser objetiva, puesto que el que observa es un ente social, de lo que se trata entonces, es de conocer los sesgos de nuestra manera de observar y reconocer en ellos las intenciones que benefician a la persona diferenciándolos de los que la utilizan para fortalecer las instancias del poder imperante.


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